7.3.24

La belleza del viaje

Sobre el azar del mapa
 se articula en torno a la reelaboración de los recuerdos suscitados por dos viajes, uno a Sofía, la capital búlgara, y otro a Grandson y Ginebra en Suiza. Recordar es volver a pasar por el corazón y es justo eso lo que lleva a cabo Álvaro Valverde en los poemas que conforman las dos partes del libro, Cuaderno de Sofía y Cuaderno suizo. Al volver a pasar por el corazón y al transformarse en materia poética la memoria se (re)inventa, manteniendo a la vez la precisión, rasgo determinante de la poesía, como tan acertadamente señalaba Joan Margarit.
Según señala el autor en el epílogo, el hecho que los poemas de ambas partes no tengan título sino que se sucedan numerados "dan a entender que son fragmentos de un poema único". La continuidad apunta a la construcción de un efecto de fluidez, a la elaboración de un lugar mental simétrico al geográfico, un lugar que es a la vez un tiempo (el tiempo interior en el que recreamos o revivimos el tiempo físico de un viaje).
Cuaderno de Sofía da cuenta de un viaje de invierno y eso es importante. En las ciudades del este de Europa la nieve, tan presente aquí, es un elemento decisivo del imaginario urbano y también sentimental: "Cae la nieve/ con esa parsimonia que le es propia/ a este tiempo feliz e intempestivo". La imagen de un árbol deshojado, impresionante en su fragilidad, "deslumbra": "Desde el hotel,/ un árbol deshojado/ sostiene su belleza/ en esas ramas/ dibujadas de blanco/ por la nieve./ Contra los muros grises/ nos deslumbra". La poética del fulgor es fundamental en Sobre el azar del mapa: los recuerdos refulgen como fotografías vívidas, alumbran el fluir vital con su fogonazo en un perpetuo presente. Cabe destacar en este sentido que el tiempo de los poemas es el presente, que se describen las imágenes como se estuvieran contemplando en el mismo momento de su escritura, construyendo así un efecto muy eficaz.     
Al viajar aprendemos "que se hizo la distancia/ para amar lo recóndito", que ciudades lejanas destilan un imaginario afectivo que envuelve nuestra intimidad, un imaginario podemos incorporar a nuestras geografías interiores. Si desde Rimbaud sabemos que Je est un Autre, la vivencia del viaje nos proporciona de manera corporal la sensación de llevar en palimpsesto la propia ciudad al recorrer una distinta y la experiencia y el sueño de ser otro: "Lleva uno a otra ciudad/ su ciudad dentro./ Con ella la compara./ En ella sueña/ ser siquiera unos días/ alguien que es otro". El paisaje urbano es inseparable de la historia colectiva, que juega un papel destacado en Sobre el azar del mapa, especialmente en Cuaderno de Sofía: "Aquí en la periferia,/ que es donde las ciudades se confunden,/ aprecia uno a las claras la fealdad/ de esa arquitectura comunista/ que encontramos también en las afueras/ de Bucarest, de Praga o de Varsovia./ La tosquedad opuesta a la belleza". Una desoladora historia que proyecta sus sombras sobre el presente, cuya luz es "precaria y triste" y construye la melancolía como rasgo definitorio del ambiente: "Sin embargo, es la melancolía/ el verdadero genio del lugar./ El presente proyecta una sombra pesada/ que oscurece la espera de un amable mañana./ No basta con soñar lo que es posible".
Si en Cuaderno de Sofía leemos "Toda vieja ciudad guarda un secreto./ También esta", el secreto es también un núcleo de significación fundamental en Cuaderno suizo: "¿Qué secretos esconden esos cuartos/ donde vive el misterio de la noche?". El secreto es consustancial a la poesía (cabe recordar en este sentido que Joan Margarit hace unas magistrales reflexiones sobre el misterio y la poesía en su ensayo Un mal poema ensucia el mundo). Estamos hechos de tiempo ("una música que es tan enigmática/ como este tiempo del que estamos hechos") y vivimos en la casa de la poesía: "Si la poesía es una casa/ esta es por demás habitable". Incluso los trayectos que no recorrimos se convierten en materia poética: "Añoro ahora el paseo que no di/ por la orilla del lago Nêuchatel". 
Al recorrer Ginebra se reviven las huellas de autores como Borges, Costafreda, Sucre, Zambrano, Valente, Gimferrer o Duque, se toma conciencia en los magníficos versos finales de que se trata de "Tonos de la poesía, delicados,/ y por eso capaces de rendir la derrota". Sobre el azar del mapa es un libro de una belleza sobria y serena, una melancolía vital y luminosa.  

Ioana Gruia

infoLibre. 6 de marzo de 2024