Acabo de llegar de Sevilla. Hoy ha tocado de nuevo ese reiterado viaje al Sur. Salí a las seis y cuarto de la mañana y he regresado a las seis y media de la tarde. Muy medido.
El expotren se detenía en un andén de la mediática (por tomatera) estación de Santa Justa. Lucía bonito. Mucho mejor que la primera vez que le vimos Alberto y yo en los calurosos talleres de Renfe. Estaba, en fin, muy cerca del lugar del que salió.
Los viajeros veían encantados de Córdoba. Y de la visita sorpresa de la ministra de Cultura. Todo un detalle.
Da gusto comprobar que a la gente le sigue gustando. Da igual de dónde sea. Buena señal.
Al volver, me he detenido en el Puerta del Sol de Monesterio. Qué raro comer solo en un sitio donde siempre he estado en compañía. Sí, esa parada viene siendo desde hace años obligatoria. Bien lo merece.
El expotren se detenía en un andén de la mediática (por tomatera) estación de Santa Justa. Lucía bonito. Mucho mejor que la primera vez que le vimos Alberto y yo en los calurosos talleres de Renfe. Estaba, en fin, muy cerca del lugar del que salió.
Los viajeros veían encantados de Córdoba. Y de la visita sorpresa de la ministra de Cultura. Todo un detalle.
Da gusto comprobar que a la gente le sigue gustando. Da igual de dónde sea. Buena señal.
Al volver, me he detenido en el Puerta del Sol de Monesterio. Qué raro comer solo en un sitio donde siempre he estado en compañía. Sí, esa parada viene siendo desde hace años obligatoria. Bien lo merece.