Anoche estuve en Arroyo de la Luz. Por razones laborales. Se celebraba alí la gala de entrega de los premios "Hermanos Caba". Pedro y Carlos Caba Landa. Naturales de esa localidad extremeña, famosa en el mundo entero por el magnífico retablo de la iglesia de la Asunción con sus veinte tablas de Luis de Morales. Personajes creativos y polifacéticos y, para los más, dos perfectos desconocidos. La Editora publicó, por ejemplo, Filosofía del libro. Biología, biografía y muerte de un libro (en edición de Marcelino Cotilla), una de las obras más representativas de Pedro. Renacimiento, con el patrocinio del Ayuntamiento (que tiene, por cierto, una seria colección de temas locales), está a punto de reeditar Andalucía: su comunismo y su cante jondo. Me pareció oír que se recupera con el título completo y, por tanto, se suma a la palabra "comunismo" el término "libertario", lo que cambia por completo el sentido de un libro tan alevosamente copiado.
Después de diecinueve convocatorias, asistió al acto un miembro de la familia Caba. Uno de los hijos de Pedro, Rubén. Escritor, como su padre. Casado, por cierto, con otra escritora, también presente, Eloísa Gómez-Lucena.
Fue un placer escuchar de viva voz algunas de las mil peripecias que pasó su padre, uno de tantos intelectuales españoles arrollados por la Guerra Civil. Tras tres años de cárcel, eligió el exilio interior. Le detuvieron en la ermita de su pueblo, mientras leía a Unamuno en aquel paraje tranquilo; un sitio al que volvía cada poco para leer y escribir. Llegó un camión con guardias civiles y falangistas y...
Al conocimiento de Rubén, y al redescubrimiento de los Caba, la velada dio para confirmar una sospecha: que el alcalde de ese pueblo, Santos Jorna, es uno de los políticos más interesantes del panorama extremeño. Tiempo al tiempo.
Después de diecinueve convocatorias, asistió al acto un miembro de la familia Caba. Uno de los hijos de Pedro, Rubén. Escritor, como su padre. Casado, por cierto, con otra escritora, también presente, Eloísa Gómez-Lucena.
Fue un placer escuchar de viva voz algunas de las mil peripecias que pasó su padre, uno de tantos intelectuales españoles arrollados por la Guerra Civil. Tras tres años de cárcel, eligió el exilio interior. Le detuvieron en la ermita de su pueblo, mientras leía a Unamuno en aquel paraje tranquilo; un sitio al que volvía cada poco para leer y escribir. Llegó un camión con guardias civiles y falangistas y...
Al conocimiento de Rubén, y al redescubrimiento de los Caba, la velada dio para confirmar una sospecha: que el alcalde de ese pueblo, Santos Jorna, es uno de los políticos más interesantes del panorama extremeño. Tiempo al tiempo.