Con la lucidez y la radicalidad a que nos tiene acostumbrados, publica Jorge Riechmann un nuevo libro de poesía (y van...) bajo el título (tan original como todos los suyos) de Pablo Neruda y una familia de lobos. Aparece en una nueva y hermosa colección, La grúa de piedra, que dirige en Santander Luis Alberto Salcines, el más conspicuo estudioso de la poesía cántabra contemporánea, donde ya han aparecido entregas de Ángel Sopeña (un más que interesante poeta secreto), Ana García Negrete y Fernando Abascal.
Volviendo a Riechmann, no hace falta decir que sigue empeñado -bendito empeño- en hacernos ver lo que, de puro obvio y evidente, no vemos. No tanto por denunciar cuanto por mostrar, ya digo la realidad real. ¿Poesía social? Sí, no, bueno, que diría el otro. Cercanos al aforismo, siempre reflexivos y contundentes, sin concesiones a la retórica, políticos sin ambages, los versos y versículos de este libro permiten que nos demos de bruces con la vida que disfrutamos y el mundo que padecemos, o viceversa. Nada humano le es ajeno al poeta Riechmann. Y eso sirve para la belleza, el amor, la verdad y la poesía (que no siempre es lo mismo), pero también para el cambio tecnológico o el desarrollo sostenible. Para muestra, en fin, un botón:
Podíamos escogerVolviendo a Riechmann, no hace falta decir que sigue empeñado -bendito empeño- en hacernos ver lo que, de puro obvio y evidente, no vemos. No tanto por denunciar cuanto por mostrar, ya digo la realidad real. ¿Poesía social? Sí, no, bueno, que diría el otro. Cercanos al aforismo, siempre reflexivos y contundentes, sin concesiones a la retórica, políticos sin ambages, los versos y versículos de este libro permiten que nos demos de bruces con la vida que disfrutamos y el mundo que padecemos, o viceversa. Nada humano le es ajeno al poeta Riechmann. Y eso sirve para la belleza, el amor, la verdad y la poesía (que no siempre es lo mismo), pero también para el cambio tecnológico o el desarrollo sostenible. Para muestra, en fin, un botón:
entre lo malo y lo peor
y decíamos que los tiempos eran sombríos
Ahora que solo vamos pudiendo elegir
entre lo peor y lo catastrófico
¿qué adjetivo emplearemos para estos tiempos
nuestros?
O dos:
La vida como obra de arte
no sería una propuesta estética
sino política y existencial
Y no estaríamos hablando de lujo
sino de lo irrevocable
no sería una propuesta estética
sino política y existencial
Y no estaríamos hablando de lujo
sino de lo irrevocable