10.4.12

Juaristi: vuelve el poeta

Primero fue la admiración por Jon Juaristi. Por la poesía del autor de Diario de un poeta recién cansado, Arte de marear o Los paisajes domésticos. Por el ensayista de El bucle melancólico. Por el escritor perseguido por ETA que desapareció unos días antes de su lectura placentina en el Aula "José Antonio Gabriel y Galán" por culpa de la ruptura de una tregua y del que me daba contadas, clandestinas noticias telefónicas su amigo Germán Yanke. Del luego aparecido que llenó como nunca la sala del Verdugo y al que el consejero de Cultura de entonces, Paco Muñoz, vino a ofrecer asilo o refugio. Antes de ayer, como quien dice. Luego llegó el incómodo, radical y contradictorio personaje político, el furibundo articulista de ABC y... Silencio. Ahora vuelve el poeta. Y uno se alegra. He leído Renta antigua (Palabra de Honor. Visor) con una sonrisa en los labios, como se suele leer la poesía de Juaristi. Es verdad que hay más amargura que humor aquí, que la edad (precioso el primer poema del libro: "No es como lo temías") rinde cuentas y la decepción y la nostalgia se apoderan de todo o casi todo. Siempre, eso sí, le salva su particular manera de decir. Sus versos regresan a su natal Vinogrado (con música de Simon & Garfunkel); escarban en la patria de sus padres (esa violenta quimera retratada en un intenso poema dedicado a Francisco Javier Irazoki y en la "Oración chamánica" dedicada a Mario Onaindía); viajan a los Balcanes (metáfora trágica de Europa) o al judaísmo (su fe más reciente). Unos cuantos poemas que nos permiten recuperar, ya digo, al mejor Juaristi, que no deja de ser, por cierto, el principal protagonistas de sus poemas. Después de leer Renta antigua, me he dado cuenta de cuánto le echaba de menos.