"La política, la economía y la sociedad españolas parecen embotadas,
paralizadas, como si tras las crisis agudas del rescate total que nos
angustiaron durante meses, hubiéramos pasado a una crisis “estable”, a
largo plazo. Como si hubiéramos alcanzado una estabilidad en el
malestar, en el que descontamos por anticipado todo tipo de
frustraciones y desgracias, resignados y sin la menor capacidad, ni casi
deseo, de combatirlos.
Pero lo que está sucediendo es que la crisis, trasladada a las
instituciones, incluida la Monarquía, no se ha estabilizado, en
absoluto. Que el deterioro continúa, que se está profundizando y que esa
especie de muerte civil ciudadana en la que el Gobierno de Rajoy cree
moverse con tanta seguridad es falsa y contiene un alto riesgo, un
peligro de inestabilidad mucho mayor que el rescate". Soledad Gallego-Díaz, "Instalados en una manera miserable de ver las cosas", El País.
"Y los gobernantes deberían ser los primeros en defender el derecho de los españoles a protestar pacíficamente contra las medidas de cualquier gobierno, local, regional o nacional. Y es que hay un sector del PP que en cuanto alguien sale en manifestación y no es Rouco Varela defendiendo a la familia, ya lo tachan de perroflauta y antisistema. Aunque sea un médico que vota a Rajoy y protesta porque se quiere privatizar un hospital; o alumnos que se quejan de recortes y profesores que se han quedado sin trabajo. Como si el derecho de manifestación no estuviera consagrado en la Constitución". Manuela Martín, "Más cerca de la explosión", Hoy.