El poeta Carlos Alcorta (Torrelavega, 1959) publica Vistas y panoramas en la zaragozana Eclipsados. Está compuesto de breves textos en prosa que uno interpreta como meditaciones o contemplaciones que desde el primer momento parecen atender a una manifiesta voluntad de estilo. Con un gran sentido de la oportunidad, cada cual a su modo, Fernando Aramburu en su blog y Gonzalo Hidalgo Bayal en "El efecto M" han reflexionado recientemente sobre ese asunto con la clarividencia que ambos gastan. Reivindicando, digamos, un "estilo propio". Pues bien, salvando todas las distancias y sin entrar en detalles, este lector lo primero que notó en este libro es esa manera de decir propia de alguien que quiere dar singularidad a su escritura. Acaso porque "El lenguaje sustituye a lo real, lo reinventa". O porque, si bien lo hace en prosa, no por eso deja de lado a la poesía, primera y esencial ocupación de Alcorta.
Un lenguaje, añado, con frecuencia metafórico donde se aprecia un vocabulario cuidadosamente escogido.
Más allá, "la experiencia de envejecer", por ejemplo. Y múltiples y caleidoscópicas miradas sobre la vida y sus paisajes (no faltan, como en cualquier cántabro, el mar, las playas...), las de alguien que afirma: "Esto es lo que veo".
Hay un tono de diario en el conjunto. Y un momento que se repite: el del amanecer.
Prima, cómo no, la memoria.
Tampoco faltan las cavilaciones sobre la escritura ("Motivos para escribir").
Se puede afirmar que no pocas veces estas prosas se deslizan hacia la ficción narrativa y, entonces, se convierten en relatos. Breves o no tanto: "No debes pensar en un oso blanco".
Para terminar, destacaría un texto que me ha gustado especialmente. Sobre la infancia: "Casa natal".