La preciosa colección granadina "O gato que ri", de Entorno Gráfico Ediciones, se estrena con Nos han robado un ángel, del veterano poeta y editor Jesús Munárriz (San Sebastián, 1940).
Una anécdota nada divertida justifica el título: el robo (el 6 de noviembre de 2008) de un ángel, una talla en madera policromada del siglo XVIII que estaba en la librería Hiperión, viejo conocido de todos los que pasamos alguna vez por la mítico local de Salustiano Olózaga. Una nota, con fotografía incluida, explica la situación y ruega al hipotético lector que, de tener alguna noticia sobre la figura, dé cuenta al librero o a las autoridades policiales acerca de su actual paradero.
"Desangelados", precisamente, se titula el primer poema y con él ya tenemos dos pistas -la otra es la nota en sí- de por dónde transcurre esta poesía, que no es otro que por el camino de la realidad. O, si se prefiere, del realismo. No me da miedo esa palabra. Lo expresa con absoluta claridad en el poema "La voz": "El personaje que habla en mis poemas, / lo siento, sí soy yo, aunque esté mal decirlo; / en ese personaje podéis ver mi retrato, / no me gusta mentiros." Y sigue: "Bajo mi nombre está, / entero y verdadero, el que esto escribe." Y termina: "avalo sus palabras con mi vida." Dicho esto, no es extraño que los poemas de este libro hablen de la soledad ("Del exterior no esperes / nada que no florezca en tu interior."); la vida y la muerte ("¿Qué somos sino vida , / sino muerte anunciada?"); de ángeles muy humanos; de librerías de viejo y obras prescindibles; de mujeres y últimas voluntades; de sus amados Aldana y Heine (al que dedica unas "versiones"); de "Consejos y advertencias del poeta precavido" (un poema con irónica enjundia: "No dejes que la historia se entrometa en tus versos; / aquí, si tú no quieres, nunca ha pasado nada. / Ni que la realidad eche a perder tus ocurrencias; / en tus poemas, tú eres dios."); del añorado Manolo Vázquez Montalbán; del sirimiri que mojó a un grupo de republicanos vascos en Madrid, calle San Bernardo arriba; del Madrid heroico de la Guerra Civil; de su infancia en Donosti, años cuarenta; de las cobardes ventajas de la odiosa ambigüedad ("De lo ambiguo no viene / nunca la claridad."); de Marx, a quien tanto echa en falta: "¿Qué nos habría dicho de esta crisis?"; de Blas de Otero; y de M., a quien dedica dos memorables, emocionantes poemas que dan su talla como poeta amoroso, esa cosa tan difícil: "Entre tú y yo" y "Yo primero". Termina el libro con "Aviso", donde alude, no sin la debida sorna, a su probable necrológica. ¡Salud, maestro!
Libro limpio, de verdad, que diría un vasco como él, de lectura en apariencia cortés que, sin embargo, no dejará indiferente a quien lo lea. Ha sido el caso.