"Frente a la tiranía de la meta, los estoicos pretendían desembarazarse
de pasiones demasiado apremiantes y acaparadoras. De hecho, uno de sus
signos distintivos fue considerar la poesía como medio legítimo de
conocimiento. La lírica nos mantiene en una actitud abierta y nada sabe
de metas y objetivos. La poesía era para los estoicos, sobre todo la de
Homero, genuina paideia. Entender esto requiere ganar una
libertad interior, no estar eternamente abducidos por el circo o las
pantallas, una independencia moral, no la opinión general o el vocerío
de Twitter, y trascender la dependencia de la persona respecto a su
parte animal (en el supuesto de que el hombre es ese ser singular que,
como decía Novalis, vive al mismo tiempo dentro y fuera de la
naturaleza). Con ese “cuidado de sí”, que Marco Aurelio llamaba
meditaciones, era posible lograr una autarquía ética que tendría una
importancia decisiva en el pensamiento político griego". Juan Arnau, "Más Séneca y menos ansiolíticos". Babelia, El País.