Confieso que nunca hasta ahora había
oído hablar de Xavier Seoane (La Coruña, 1954) ni lo había leído. Al menos que
yo recuerde. Y bien que lo siento. Por lo que he averiguado, estudió Filología
Románica en la Universidad de Santiago de Compostela y desde 1975 compagina la
creación literaria, la crítica de arte y la gestión cultural. Su lengua
literaria, por cierto, es el gallego. A lo que se ve, es un hombre muy
implicado en la renovación cultural de Galicia y miembro fundador de la
revista y foro Luzes de Galiza y del grupo poético De
amor e desamor.
Como narrador ha publicado las
novelas Ábrelle a porta ao mar (hay versión en castellano
en Reino de Cordelia), Filiberto e Sofonisba y A
Dama da noite (basada en la vida de Rosalía de Castro y que también está
en el catálogo citado). También en prosa, los libros de aforismos Irispaxaros y A
rocha imantada. Como ensayista, Identidade e convulsión, Reto
ou rendición, Atravesar o espello, O sol de Homero, Saudar
a vida y Todos somos Ulises.
Su poesía, que es por lo que viene uno
aquí, comprende los libros Don do horizonte (1978-1999), que recoge
lo publicado hasta esa fecha (casi una decena de obras escritas todavía en
castellano), Dársenas do ocaso (premio Nacional de la
Crítica), Vagar de amor e sombra, Para unha luz ausente, Do
ventre da cóbrega, Raíz e soño, Espiral de
sombras y Threnói (traducido también en Reino de
Cordelia).
Que a uno le conste, y para terminar,
Ediciones Linteo publicó hace tres años una antología de poemas (en español)
con el título Elogio de vivir.
Es Pre-Textos y su buen olfato poético
quien vuelve a sorprenderme con De vuelos y de aves. Aparece, dónde mejor, en la pequeña
colección (por su formato, de 15x10) “El pájaro solitario” (donde hay libros, entre otros, de
Perse, Saba, Ovidio, Trapiello, Sánchez Rosillo o Cabrera) y en la cubierta no
falta una preciosa viñeta de Ramón Gaya.
La edición, claro, es bilingüe y el
traductor es el mismo Seoane, según costumbre.
Se trata de un florilegio que reúne
poemas de distintos libros. La presentación, que es un poema en sí misma,
comienza describiendo dónde vive, en la costa atlántica, y, por tanto, cerca de
las aves. “Siempre he sentido una gran fascinación por la naturaleza –declara–,
su misterio, variedad y belleza”. “Esta selección responde a la perplejidad y
emoción que esa experiencia me ha producido a lo largo de toda la vida”. Luego,
enumera algunos pájaros, sus formas, modos o virtudes. Con todo, hay mucho más
que pájaros en este libro. Y Seoane es más que un ornitólogo.
Si tuviera que definir al libro con una
palabra, sería delicadeza. Marca su tono, que vira a melancólico: “un hombre
silencioso es como un viejo caserón deshabitado”. O: “que nada es tan hermoso /
como volver al país amado y reencontrarte / hilando la madeja de una juventud
que no murió jamás”. Predomina, ahora bien, lo celebratorio. La alegría de
permanecer en medio de la naturaleza y del paisaje: “exulten los jazmines ría
el mirlo”.
Se diría de esta poesía que es la de un
romántico, en el mejor y más hondo sentido. Del norte, como los ingleses o
alemanes de fausta memoria.
O la de un oriental que observa paciente
cuanto le rodea, que acecha sereno y “escruta la vida” hasta que llegue el
momento de expresar lo que ve y lo que siente. Del que contempla los
asombros.
“Si el pájaro dijese / su más trémulo cántico,
/ ese es el poema, amigo, / del hombre al alba”, leemos en “Aquí”.
Destacaría poemas como Noli me
tangere (“¿Es tan hermoso el mundo / como lo cantan los pájaros?”), “Invitación
al viaje”, “La visita” (no por nada dedicado a Brines), “Elogio de la mirada (“Nada
en mí puede haber tan misterioso / como mirar”), “Tierras de ocaso” (“Qué
tierra esta / para morir”), “Agra da Brea” (“Aquí fui joven”), “Julio” (“Era un
mundo auroral / el de aquellas mañanas / soleadas”), “De la imposible certeza”
(“El horizonte es más vasto / que toda mirada”), “De dura sangre” (“Todo
languidece. // La vida pasa”), “El último urogallo” (con Cunqueiro al fondo), “Para
un pasto imposible” (“Buscamos sin esperanza / un mensaje nunca escrito / en
las estrellas y en los pájaros”)...
Conviene, en fin, comparar las versiones
en castellano con el original en gallego. Depararán al lector más de una
agradable sorpresa.
Lo dicho, ha sido un placer dar con los
versos de Xavier Seoane, que vuelve a demostrar (y perdonen que vuelva a esa guerra
perdida) que la poesía que se inspira en la naturaleza no ha de ser despreciada
por antimoderna ni calificada, con desprecio, como agropecuaria. En estas
penosas circunstancias de confinamiento, leer estos versos ha sido un lenitivo.
Como abrir en el cuarto otra ventana que daba a “un mundo / nuevo / recién
creado”. Lea y juzgue.
De vuelos y de aves
Xavier Seoane
Pre-Textos, Valencia, 2019. 152 páginas. 18 €
NOTA: Esta reseña se ha publicado en la revista digital El Cuaderno.
NOTA: Esta reseña se ha publicado en la revista digital El Cuaderno.