24.3.21

Librotes

Tengo encima de la mesa seis voluminosos libros que, uno encima de otro, forman una significativa columna de papel. Cuatro de ellos pertenecen al mismo autor, José Antonio Cáceres, "el ignoto", como le denomina su principal especialista, por no decir su auténtica descubridora: Emilia Oliva García. Nacido en Zarza de Granadilla en 1941, Cáceres es artista plástico y poeta. Su vida ha sido inquieta y azarosa. Fue profesor en distintas universidades europeas y en la de Extremadura (de italiano), pionero de la poesía experimental (formó parte de los grupos Poesía Concreta y N.O) y autor de una extensa obra como poeta visual y como poeta, digamos, al uso. Esta última estaba inédita en su mayor parte hasta ahora y se reúne en dos gruesos tomos bajo el título de Autosugestión. Los poemas se agrupan en cuatro partes: de adolescencia, de juventud, de madurez  y de vejez. Publica la Editora Regional de Extremadura, en edición de la citada Emilia Oliva, casa que ya había incluido en su catálogo Moradas (2011).

En su vertiente plástica, otros dos volúmenes dan buena cuenta de la obra de este desconocido, salvo para los muy iniciados o para quienes, por casualidad, hemos vivido cerca de él. Me refiero al catálogo de la exposición Unidad del Mundo
 que le dedicó el MEIAC. La espléndida edición (estamos, sin duda, ante un libro precioso) lleva por título La consciencia de ser y fue la última que cuidó, junto a su socio y amigo Juan Luis López Espada, Julián Rodríguez. 
Aunque hay un puñado de colaboraciones, el extenso y bien informado estudio central está firmado, cómo no, por Oliva. 
En la introducción, nuestro añorado Antonio Franco, incondicional defensor de Cáceres, subraya este "gran descubrimiento". 
Pintura, poesía y experimentación se dan la mano en una obra imprescindible para cualquiera que quiera saber de quién estamos hablando. 

Figura
, que ve la luz en el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura prologado y editado de nuevo por Emilia Oliva, es el primer libro experimental de Cáceres. Inédito también, estaba en poder de Fernando Millán, uno de los grandes nombres de la poesía visual en España (y no sólo) y se ha impreso en una versión facsimilar donde cada imagen es comentada por Oliva. 
No falta una útil cronología que, como en otras ediciones de las aquí comentadas, da muestras de la agitada, intensa vida del artista. 
Muchas horas de dedicación exigen estas páginas, pero bien merece la pena bucear en este mar donde la poesía y la pintura se mezclan con la misma naturalidad que la sal y el agua. 


Para los galanianos, que siguen siendo legión, este era un libro muy esperado. Aunque hay ediciones de las cartas de José María Gabriel y Galán, estamos ante el Epistolario más completo y fiable del poeta, publicado por la benemérita Editora Regional de Extremadura (que tiene en su catálogo una detallada biografía y la poesía completa del autor de "El Cristu benditu") en edición de su nieto Jesús Gabriel y Galán Acevedo. Más de quinientas páginas de cartas y un preámbulo iluminador de don Jesús. A su amigo José González Castro Crotontilo (médico en Guijo de Santa Bárbara), a Unamuno, Menéndez Pidal o Carolina Coronado, por citar los nombres más conocidos. 
En un momento dado (la misiva está fechada el 9 de diciembre de 1902 en Salamanca), Unamuno (que solía despedirse de él con un "Sabe cuán su amigo es") le dice: "Es muy raro que se dé lo que Wordsworth, una suprema sencillez y un presentar escenas familiares unido a la profundidad de pensamiento". 
De nuevo se aconseja al lector dejarse llevar por esas líneas que acaso expliquen, igual o mejor que sus versos, el porqué de la extraña pervivencia de Galán. 

La leyenda de Las Hurdes. Geografía, literatura e historia de una comarca mítica, del escritor y editor David Matías es otro librazo de casi setecientas páginas. Como los anteriores, no lo es sólo por su volumen, sino por su importancia. Fruto de su tesis doctoral y Premio Arturo Barea de Investigación, la obra recorre esa extraordinaria leyenda desde el barroco hasta la actualidad. Del poeta Lope de Vega al artista Wolf Vostell pasando por el hispanista Maurice Legendre (autor de Las Hurdes. Estudio de Geografía Humana, también en la Editora), los escritores Larra y Unamuno (que tanto las pateó), el médico Marañón, las fotógrafas Ruth Matilda Anderson (suya es la imagen de la cubierta, de Las Mestas en 1928) e Inge Morath, el cineastas Luis Buñuel y, en fin, los reyes Alfonso XIII y Juan Carlos I (de cuya visita uno fue testigo). 
Pocas regiones, señala Matías, jurdano de procedencia (como su familiar Julián Rodríguez, al que entrevista brevemente), con "mayor capital simbólico". 
Al modo de la Comedia dantesca, divide la "geografía moral de Las Hurdes: entre mito e historia" en tres partes: paraíso, purgatorio e infierno. Un interesante capítulo final titulado "Praxis y conclusiones" (donde se pregunta, por ejemplo, si existen Las Hurdes o si alguna vez existieron) cierra una obra llamada a ser referente en todo lo relacionado con ese apartado y siempre misterioso territorio.