LEYENDO A XAVIER SEOANE
Todo es palabra
que ha causado en cada uno de nosotros,
de la angustia, el encierro y el silencio,
¿cómo cantan aún los mirlos en las ramas?
en las remotas aguas de la infancia?
antes de que llegáramos sus hijos?
en el funicular de Sant Jeroni?
No hay razón para la esperanza.
La vida está perdida de antemano.
que lleva al papel y justifica
su mirada ante el mundo,
donde cabe al completo el pensamiento,
la memoria transcrita en las palabras,
da fe de que eso es falso.
cuando arriban en el fondo del puerto,
con la eterna promesa de un viaje
sin destino posible y sin retorno.
en oscuras tabernas de puertos olvidados,
escuchando, entre el humo de las conversaciones,
las historias de los rudos marineros
de mi patria.
a cualquier natural de tierra adentro.
No a soñar con el mar y con los barcos,
con la huida y, por fin, con el naufragio.
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
–y tres o cuatro ríos.
cansado estoy de mi
cobarde, vieja, tan salvaje tierra,
y cómo me gustaría alejarme de ella,
hacia el norte,
donde dicen que la gente es limpia
y noble, culta, rica, libre,
despierta y feliz.
nunca habré de seguir mi sueño
y me quedaré aquí hasta la muerte.
Pues también soy muy cobarde y salvaje
y quiero además con un
desesperado dolor
a esta mi pobre,
sucia, triste, desdichada patria.
Quizás la patria es solo ese cielo indefinido
pasando misterioso sobre el mar que atardece.
la solución final a tus problemas,
se resuelva en apenas una frase:
Pronuncia la palabra. Mira la claridad.
que pasea solitario entre la gente
con el paso veloz de los nerviosos.
Que prefiere la luz de la penumbra
a la blanca del ciego mediodía.
Que, aunque conversa,
defiende sus silencios.
Que le teme a la noche.
Que venera las montañas y ríos.
Y a los árboles y también a los pájaros
pese a no distinguir a ese que canta.
Que celebra vivir en su ciudad.
El que ama a una mujer
y tiene hijos.
El que ahora descansa
tras haber trabajado.
Ocupo humildemente
mi lugar.
NOTA: Este poema, una lectura de la poesía del poeta gallego Xavier Seoane, se ha publicado en el número 64 de la revista SIBILA.