La coherente trayectoria del granadino Carvajal (Albolote,
1943) es tan larga como fructífera. Nunca ha dejado de ser un genial verso
suelto de la poesía española contemporánea. Reconocido con los premios Nacional
y de la Crítica, presenta ahora, de la mano de la acharolada colección Letras
Hispánicas –¡ya era hora!– y en una solvente edición de Francisco Silvera, un
florilegio que pretende dar a conocer lo sustancial de su poesía (330 poemas,
algunos inéditos), tanto al lector joven o despistado como al que ha seguido
con fervor su compleja obra, siempre nueva.
En una significativa composición titulada “Poética” decía: “Nada
más bello, pues, que hacer un buen poema. / Los poemas se hacen, ¿verdad?”. Sí,
porque “La palabra es un bien que se trabaja, gema / –me opuse– que me exige
precisa orfebrería / para su exacto engaste”. Por eso, para “tan delicada y
exquisita tarea”, con el fin de “tallar la idea” y a la busca de la perfección
(“pulcrismo”), Carvajal ha optado por la vía barroca, que, en su caso, doctor
en Filología y experto en Métrica, se afianza en el profundo conocimiento de la
tradición (con la que dialoga) y de sus múltiples recursos retóricos (“técnicas
vicarias”, dice), de ahí su inevitable modernidad innovadora. Propia de un
clásico. Sus sonetos lo acreditan. De quien aúna forma y contenido, sonido y
sentido, aunque algunos se empeñen en destacar su faceta virtuosa.
A su lado, como sombra, la música. Lean sus versos en voz
alta. Y la felicidad y la alegría como coadyuvantes del “epicureísmo poético” que
caracteriza su exigente manera de “dezir”. Una poesía amistosa y vividera, de
humanista conviviente, “donde cabe todo cuanto sea defensa y afirmación de la
vida, denuncia y rechazo del mal”. A favor de “lo bien dicho”, como le enseñó su
maestro Aleixandre.
Nos diferencia el cuerpo
(Antología 1968-2022)
Antonio Carvajal
Edición de Francisco Silvera
Cátedra, Madrid, 2024. 536 páginas. 22 €
NOTA: Esta reseña se ha publicado en EL CULTURAL.