DRR (Valencia de Don Juan, 1995) es autor del desechado Paréntesis
y de las plaquettes Cancionero en vida de Laura (“veinticinco sonetos
neopetrarquistas”) y Que trata de España.
En el prólogo, Jon Juaristi cifra el entusiasmo por esta
poesía de filiación borgeana en su “amor a la métrica” y “la desconfianza ante
los sentimientos demasiado hinchados”. Alude al entendimiento (“la poesía debe
ser pensamiento”) y la memoria (“que tiene que ver con la tradición”). Recuerda
la recomendación de Auden: procurarse un Modelo (los maestros) y un Censor (el poeta
como crítico).
Una sutil melancolía flota sobre la atmósfera de un libro donde el poeta habla de sí y de los otros.
Se abre con “Poética”: “porque cada jornada lo es de incertidumbre / y el porvenir asusta (…) quiero dejar constancia de lo bello que he visto, / de sentimientos nobles y manos que se abren / con su verdad de ofrenda, sin engaño ni usura”. “Que verdad y belleza no queden sin decirse”.
Lo autobiográfico (el “ego”) está presente en “Poeta menor”, “Helada en sazón” (la juventud), “Síndrome de Estocolmo (la infancia) o “The storage dealer”. Lo civil e histórico (la “otredad”), en “Hombre masa”, “A un soldado de la Generación Perdida”, “20 de marzo de 2003: Ibarrola, kánpora”, “Alfonso X” o “Zeitgeist”.
El amor, en “Prehistoria sentimental”, “Primer amor” y “Rima”. Lo religioso, en “Oración por los que no creen” y “Reinterpretación de cinco pasajes del Génesis”.
Porque ”la claridad es don”, el lenguaje es rico y preciso, propio del clásico que anticipa Juaristi. Porque ha leído, el libro está lleno de referencias y juegos literarios. De lecturas y monólogos dramáticos. En “Tríptico de Astorga” (los Panero), “Fray Luis de León, 1590”, “Cuatro Rubaiyat”, "Quevedo", “13 de febrero de 1837”, las traducciones de Dickinson y Blanco-White... Qué gran comienzo.
Una sutil melancolía flota sobre la atmósfera de un libro donde el poeta habla de sí y de los otros.
Se abre con “Poética”: “porque cada jornada lo es de incertidumbre / y el porvenir asusta (…) quiero dejar constancia de lo bello que he visto, / de sentimientos nobles y manos que se abren / con su verdad de ofrenda, sin engaño ni usura”. “Que verdad y belleza no queden sin decirse”.
Lo autobiográfico (el “ego”) está presente en “Poeta menor”, “Helada en sazón” (la juventud), “Síndrome de Estocolmo (la infancia) o “The storage dealer”. Lo civil e histórico (la “otredad”), en “Hombre masa”, “A un soldado de la Generación Perdida”, “20 de marzo de 2003: Ibarrola, kánpora”, “Alfonso X” o “Zeitgeist”.
El amor, en “Prehistoria sentimental”, “Primer amor” y “Rima”. Lo religioso, en “Oración por los que no creen” y “Reinterpretación de cinco pasajes del Génesis”.
Porque ”la claridad es don”, el lenguaje es rico y preciso, propio del clásico que anticipa Juaristi. Porque ha leído, el libro está lleno de referencias y juegos literarios. De lecturas y monólogos dramáticos. En “Tríptico de Astorga” (los Panero), “Fray Luis de León, 1590”, “Cuatro Rubaiyat”, "Quevedo", “13 de febrero de 1837”, las traducciones de Dickinson y Blanco-White... Qué gran comienzo.
Daniel Rodríguez Rodero
Renacimiento, Sevilla, 2023. 80 páginas, 12 €
NOTA: Esta reseña se ha publicado en EL CULTURAL.