21.3.24

Vocación de permanencia

La coherente trayectoria del granadino Carvajal (Albolote, 1943) es tan larga como fructífera. Nunca ha dejado de ser un genial verso suelto de la poesía española contemporánea. Reconocido con los premios Nacional y de la Crítica, presenta ahora, de la mano de la acharolada colección Letras Hispánicas –¡ya era hora!– y en una solvente edición de Francisco Silvera, un florilegio que pretende dar a conocer lo sustancial de su poesía (330 poemas, algunos inéditos), tanto al lector joven o despistado como al que ha seguido con fervor su compleja obra, siempre nueva.
En una significativa composición titulada “Poética” decía: “Nada más bello, pues, que hacer un buen poema. / Los poemas se hacen, ¿verdad?”. Sí, porque “La palabra es un bien que se trabaja, gema / –me opuse– que me exige precisa orfebrería / para su exacto engaste”. Por eso, para “tan delicada y exquisita tarea”, con el fin de “tallar la idea” y a la busca de la perfección (“pulcrismo”), Carvajal ha optado por la vía barroca, que, en su caso, doctor en Filología y experto en Métrica, se afianza en el profundo conocimiento de la tradición (con la que dialoga) y de sus múltiples recursos retóricos (“técnicas vicarias”, dice), de ahí su inevitable modernidad innovadora. Propia de un clásico. Sus sonetos lo acreditan. De quien aúna forma y contenido, sonido y sentido, aunque algunos se empeñen en destacar su faceta virtuosa.
A su lado, como sombra, la música. Lean sus versos en voz alta. Y la felicidad y la alegría como coadyuvantes del “epicureísmo poético” que caracteriza su exigente manera de “dezir”. Una poesía amistosa y vividera, de humanista conviviente, “donde cabe todo cuanto sea defensa y afirmación de la vida, denuncia y rechazo del mal”. A favor de “lo bien dicho”, como le enseñó su maestro Aleixandre.
 
Nos diferencia el cuerpo
(Antología 1968-2022)
Antonio Carvajal
Edición de Francisco Silvera
Cátedra, Madrid, 2024. 536 páginas. 22 €

NOTA: Esta reseña se ha publicado en EL CULTURAL.