Diario HOY |
Todo es igual, pero
también distinto
Por Enrique García Fuentes
José Muñoz Millanes ha editado una antología de
los versos de Álvaro Valverde absolutamente nueva y seductora.
No deja de ser un error de bulto dejar de lado, preterir o
incluso obviar una antología pensando que, total, lo que haya allí recogido ya
lo hemos leído –y hasta disfrutado– en más de una ocasión. No quiero caer en
tal desatino otra vez (mis más sinceras disculpas, mi querido Zoki) con esta
última que nos llega del indispensable Álvaro Valverde, máxime si, como se
descubre en seguida, se trata de un trabajo concienzudo y serio que pone de
relieve que, en realidad, cualquier antología (y nuestro poeta contaba ya con
dos estupendas, más aquellas formadas por su participaciones en las diversas
Aulas Literarias extremeñas y de otros lugares) es, en realidad, una nueva
entrega que añadir al ya consolidado edifico poético de cualquier autor.
La obra de Valverde es incuestionable en el lugar de la
poesía española contemporánea, pero esta elegante edición que realiza ahora
José Muñoz Millanes (Navalmoral de la Mata, 1951), uno de nuestros más sólidos
ensayistas e investigadores, supone una perspectiva, si complementaria,
absolutamente nueva y seductora para acercarnos a ese 'monumentum aere
perennius' que es, hoy por hoy, la poesía del creador de este 'lugar' al que
nos acercamos, hoy de forma mucho más segura y confiada. Y es que 'Meditaciones
del lugar', por encima de todo, propone y permite una relectura más regocijante
si cabe de poemas que ya debíamos conocer todos, que ahora, uncidos sabiamente
en esta nueva amalgama, brillan tanto aisladamente como en conjunto y completan
en esta nueva disposición la genuina validez de la que vienen haciendo gala
desde el momento de sus respectivas composiciones. Ahora, recolocados en esta
atrayente sugerencia de lectura, se dotan de una entidad todavía más coherente
que cohesiona sin duda mejor el ya de por sí modelado conjunto de la aventura
poética del autor placentino.
La propuesta del antólogo no puede ser más ilusionante y
tiene la virtud de no secuestrar los versos de Valverde para que 'quepan' en su
proposición, antes al contrario; es una conclusión a la que se antoja fácil
llegar si se ha leído con el esmero y la dedicación que Muñoz Millanes ha
desplegado en su cometido. Él mismo la aclara en el prólogo, breve pero
enjundioso, y desacredita a los que (yo en un principio) no encontraban
acertado el título escogido para esta antología. El acierto fundamental de Muñoz
Millanes radica en afrontar y ofrecer una muestra más que satisfactoria de una
preocupación que ya el propio poeta había confesado en un artículo publicado
hace diez años en la revista Quimera, y que, casi de manera previsora, tituló
'En torno a la noción de lugar'. Allí confesaba sin ambages: «La particular
búsqueda y visión del lugar se ha venido convirtiendo en razón de ser y
justificación final de casi toda la poesía que he escrito. Un lugar, anticipo,
que es todos los lugares, porque con todos contrasta. Un lugar que desde lo
concreto y local de su ámbito intenta alcanzar lo universal que le es propio.
Un lugar, en fin, que, convertido en territorio [recuérdese, puntualizo yo,
aquel famoso verso suyo], llegue a ser habitable» y terminaba enfatizando: «Creo
que es en mis poemas donde con más concisión y voluntad expresiva se encuentra
cualquier atisbo de una modesta teoría al respecto». Y esto viene a demostrarse
de manera palmaria en la edición que nos ocupa. Arranca Muñoz de la idea ya
conocida de que entendemos por 'lugar' una índole concreta, espacial y física
que suscita luego una reflexión encaminada a dar sentido a la experiencia. Y
como afirma en su atinado y providencial prólogo «la meditación arranca del
presentimiento de algo intangible, de algo que está más allá del reducido
espacio del lugar que, con su especial configuración, lo inspira». Esos lugares
reconocibles tal vez, urbanos a veces (la mayor parte en ciudades alejadas de
su natural entorno a las que ha llegado respondiendo a su inherente instinto
viajero) pero también ubicados en los alrededores de su Plasencia, suscitan (o
resucitan), desde su fisicidad, otra mirada, esta vez al interior del sujeto
lírico; pero ojo, como advierte el prologuista, «Álvaro Valverde privilegia el
lugar en sí, el entorno, en detrimento de la meditación que su composición
inspira; presta más atención al lugar físico que a su interpretación». En su
poesía, en definitiva, el impacto material del lugar predomina sobre la
evocación o la reflexión que genera; la voz se solaza en ese 'locus amoenus'
que, luego, sí, dará pie a la perfección del poema que de él emana.
Como quizá es el propio poeta quien mejor conoce dónde está
la fuente que mana y corre, ya el propio Valverde se encarga de ubicar sus
versos en «un espacio único o ideal, que puede ser jardín o desierto, valle o
ciudad, concreto o abstracto, real o imaginario, donde el poeta y, por ende, el
hombre, pueda ser feliz (…). Un espacio habitable donde encontrarse a sí
mismo». Luego ese lugar transciende, pues «la poesía centrada en un determinado
lugar es más universal que aquella otra pretendida, o pretenciosamente,
cosmopolita» y hasta termina por convertirse en fin último de la dedicación, El
propio poeta lo señaló: «Descubrir un lugar, trazar el mapa del territorio a
explorar para, más tarde, una vez colonizado, habitarlo se me antoja una
definición posible de la poesía». Y esta magnífica edición no hace sino
corroborarlo e iluminar más unos versos, íntimos, propios, que nos llegan ahora
con una remozada plenitud.
Pre-textos. Valencia (2024)
154 páginas.
20 euros.
NOTA: Esta reseña se ha publicado el pasado 25 de octubre en el suplemento TRAZOS del diario HOY.