Las circunstancias mandan. Se va uno tres días de casa y aprovechan los piratas informáticos (los poetastros y escritorzuelos de siempre) para usar este sitio como vertedero. Hasta ahora controlaba sus ataques enfermizos (sólo son pobres hombres, los conozco bien), pero... Es cansino. Lo siento por los amigos y amigas que usaban la sección de comentarios para conversar. Esta gentuza impide cualquier atisbo de tolerancia, ya se sabe. Duele tener que reaccionar así. Uno incluso lo comprende, además de enfermos (por no usar palabras más gruesas), no tienen otro sitio donde escribir... Lo dicho, pobre gente. Eso sí, que se traguen ellos sus propios detritus (con perdón).
¡Qué bonita estaba Lisboa!
¡Qué bonita estaba Lisboa!