30.8.07
Crónica
28.8.07
Umbral
Me molestó siempre su desdén para con esta tierra. Aquella triste ocurrencia de que "Marte es una especie de Extremadura, pero sin cabras".
Nunca he llegado a saber porqué me incluyó en su Diccionario de Literatura. Para encabezar, sólo eso, la lista de poetas que García-Posada (uno de los críticos que más han defendido y estudiado a Umbral) seleccionó para su antología La nueva poesía española.
26.8.07
Segundo aniversario
Estoy leyendo un libro que le habría gustado. Seguro. Hablo de Cien cartas a un desconocido de Roberto Calasso, el editor de Adelphi. Reúne un centenar de solapas escritas por él. Compara "esas pocas palabras eficaces" con el hecho de "presentar un amigo a un amigo".
Fernando dirigió durante una década la Editora. Cuando Calasso dice que "una cultura literaria se reconoce también por el aspecto de sus libros", no puedo por menos que ver en los de la Editora la feliz constatación de lo mucho que, para bien, hemos cambiado en estos años. Esos volúmenes son una hermosa prueba incontestable.
24.8.07
Paseos con Walser
23.8.07
El blog de Martín
21.8.07
Don Mariano Fernández-Daza
Ayer acudimos Luis Sáez y yo a su funeral, en Almendralejo, su ciudad natal, donde deja su legado más importante: la biblioteca que fue reuniendo a lo largo de su vida, una de las más importantes de Extremadura. (Por allí aparecieron en cierta ocasión Ferlosio y Gonzalo Hidalgo, para ver de cerca sus tesoros. Puede que el autor de Paradoja del interventor evoque la visita algún día.)
Era un noble señor jovial y vitalista. Buen conversador. Cercano. O al menos así lo recuerdo. Coincido con quienes piensan que si la aristocracia, siquiera una parte, se hubiera comportado como él otro gallo (histórico) nos hubiera cantado.
A distancia, envidio sanamente (sí, se puede) la vida que llevó. Fatigando estanterías, visitando librerías de viejo, escribiendo escasas pero enjundiosas páginas (Lama señala su condición de ágrafo). Haciendo, en fin, todo lo que uno no ha hecho, entre otras cosas porque no me ha llamado Dios por el camino de la bibliofilia.
Vi a su hija Carmen muy apenada, como es lógico. A los que amamos los libros (que en esta tierra, mal que le pese a algún desinformado del PP, somos unos cuantos), nos alegra saber que ella va a seguir ahí, al pie del cañón. Además de otros valores heredados de su padre, Carmen escribe, lo que redunda en beneficio de todos. Ahora preside la Unión de Bibliófilos, uno de los empeños que animó su padre (aunque el santo patrón de eso siga siendo, ay, mi querido Joaquín González Manzanares). Otro, la Real Academia de Extremadura (también abracé a Castelo).
El funeral, y voy terminando, fue ejemplar: Tejada Vizuete no es un cura cualquiera. Eso es una homilía. A su lado, Sánchez Adalid asentía.
Celes y Fernando
19.8.07
Un poema
IX (De Doce canciones)
Detened los relojes, descolgad el teléfono,
Haced callar al perro con un hueso jugoso
Y silenciad los pianos; con tambor destemplado
Salga el féretro a hombros, desfilen los dolientes.
Y escriban en el cielo las nuevas de su muerte,
Que lleven las palomas crespones en sus cuellos
Y los guardias de tráfico se enfunden negros guantes.
Mi día laborable y mi domingo ocioso,
Mi noche, mi mañana, mi charla y mi canción;
Pensaba que el amor era eterno; fui un crédulo.
Desmantelad el sol y retirad la luna;
Talad todos los bosques y vaciad los océanos;
Pues ya nada podrá llegar nunca a buen puerto.
(Abril 1936)
18.8.07
Mery Castaña
Su nombre artístico, Mery Castaña. De hacerlos para ella y sus amigas, ha pasado a la venta por internet. Ayer nos comunicaba que ya están en tiendas. Se pueden adquirir tanto en Casa do Cura (en Trabada, Lugo) como en la de zapatos y complementos Divay de Gijón (Libertad, 14).
Permítaseme, pues, esta entrada publicitaria. Muy propia de un perdonable padre orgulloso.
16.8.07
Regreso
Está uno todavía en Conil, como si dijera. Mejor que nunca nos ha parecido aquello este año. Y ya son yendo y viniendo de ese rincón del Sur. Y ni levante siquiera. Ese viento es una leyenda (que, por cierto, uno ha vivido, y cómo). Esta quincena ha soplado día y medio. En fin, no cambiamos un par de semanas allí por nada. Estamos deseando volver.
No, en Plasencia no sopla el fresco poniente ni se lee igual que en la terraza del apartamento, viendo, al levantar la vista de una página, el cielo de Conil. Esa suma perfecta de nítido azul y blanco cegador, el de las sucesivas azoteas que coronan sus casas en forma de cubo.
Más allá, Tánger.