31.1.09

La Szymborska

Leo en el blog de Fernando Valls que la poeta polaca Wislawa Szymborska ha presentado su nuevo libro, Aquí, en la ópera de Cracovia con asistencia de... ¡setecientas cincuenta personas! y, claro, me quedo pasmao. A la crónica del acto, digna de ser leída, se añade un poema inédito, "Vermeer", que se publicará junto al resto de la obra en Ígitur. La traductores, también de lujo: Gerardo Beltrán y Abel Murcia. Una buena noticia.

30.1.09

Última hora

Juro que no lo sabía. Acaban de llegarme por mensajería un par de libros de Seix Barral. Uno de ellos, Dora Bruder, de... ¡Patrick Modiano! Lo rescata la editorial barcelonesa de su fondo y le pone prólogo un modianista confeso, Adolfo García Ortega. ¡Qué siga la fiesta!

Noticias de Aramburu

Hoy entregan a Fernando Aramburu el premio de la Real Academia por Los peces de la amargura (Tusquets) y, con ese motivo, publican una entrevista con él en La Razón. Sé que su discurso de aceptación estará lleno de sentido, como todo lo que hace. ¿Verdad, Zoki? Me consta que se publicará. Al parecer, Aramburu va a dedicarse sólo a escribir a partir de ahora. Deja las clases, digo. Es una estupenda noticia para sus lectores.
Me gusta cómo termina esa conversación con Ángeles López. "Al contrario que Baroja, me siento más donostiarra que vasco". Lo explicó muy bien Valente en uno de sus inolvidables ensayos: uno es, sobre todo, del lugar. De su lugar. Coincida o no con el natal. Él, donostiarra; uno, placentino. Mal que nos pese, incluso.

Entrevista

La entrevista de Jordi Doce se puede escuchar aquí. Ah, en la dirección del programa de Radio Círculo también está Esther Román. Que conste.

Poesía y mercado

Tres interesantes y extensas entradas le ha dedicado a este asunto Enrique Baltanás en su blog. Por lo del botón y la muestra, copio uno de los fragmentos:
SECTOR PÚBLICO: ¿Deben retirarse del mercado todas las consejerías, consistorios provinciales o municipales, cajas, kutxas y caixas, además de fundaciones mil, dejándolo todo en manos particulares? No. Primero, porque están en su derecho. Segundo, porque, si no siempre literario, cumplen un inestimable cometido de bienestar social y terapia recreativa. Aunque inflen la nómina hasta el aburrimiento y confundan, por lo general, la poesía con la egiptología.

Definición de savia

El título del memorable libro de Aníbal Núñez sirve de nombre al programa que ha puesto en marcha en Radio Círculo el poeta y traductor Jordi Doce. Como comentó en su blog, hablamos la otra tarde de mi último libro, Desde fuera. Fue un rato muy agradable. Él es un lector de excepción, sin duda. Al final de la entrevista tuve ocasión de defender el blog. Éste y, por añadidura, todos los que se escriben con buenas intenciones, sí, y con el debido rigor. Que son más de los que Javier Marías supone.

Más Modiano

A uno le parece que Pre-Textos es una editorial más modianesca que Anagrama. Lo importante, con todo, es que la obra del escritor francés siga traduciéndose. No estaría de más que Seix Barral, Debate o Alfagüara volvieran a poner en circulación los libros que en su día publicaron del autor de Un pedrigrí. Estoy disfrutando mucho con la lectura de Reducción de condena, la novela que publica la editorial valenciana en su colección Narrativa Contemporánea. Pero... ¡es tan corta! ¡Se acabará tan pronto!

29.1.09

Un poema de la experiencia

Se publica en el número 9 de la revista Ex Libris (Universidad de Alicante) el poema que copio aquí. Lo escribí del tirón la tarde del día 5 de mayo de 2007. Eso pone al pie del manuscrito en mi libreta de notas. Ha perdido por el camino una dedicatoria. Así era mi vida. Por suerte, ya no.


UN POEMA DE LA EXPERIENCIA


Álvaro, te dices, el cansancio

no es buena compañía. Te levantas

a eso de las seis. Tambaleante

enciendes el portátil, haces café;

te duchas y te afeitas; desayunas

y ya estás en el coche,

en la autovía, camino del trabajo,

allí, tan lejos.

La radio te repite las noticias,

el paisaje se embosca entre la niebla

y no sabes muy bien si el día es otro

o sigue siendo el mismo

de ayer, de antes de ayer o de mañana.

Llamadas telefónicas, lecturas,

café a media jornada, correcciones,

e-mails que van y vienen, los informes,

y ya, sin darte cuentas, estás de nuevo

en la A-66, de vuelta a casa.

Comes solo y deprisa, vas al baño,

paseas una hora a paso rápido,

haces alguna compra, lees un libro,

escribes o contestas los correos,

ves un poco la tele, desesperas,

y otro día, tras la cena frugal,

estás dormido.

Álvaro, no te engañes, en tu caso,

esto que a ti te pasa no es la vida.

Si acaso un simulacro: pura filfa.

28.1.09

Eliseo Diego

Desde hace muchos años suelo iniciar mis lecturas de poesía con unos versos del poeta cubano Eliseo Diego: "Un poema no es más/ que una conversación en la penumbra". Lo uso a modo de conjuro. Es ya una feliz costumbre. Aunque no estoy haciendo colección, esta mañana he comprado la antología de Diego que publica El País. Lleva un precioso prólogo de su hijo, Eliseo Alberto. Me hubiera gustado conocerlo. A él sí. Releer su poesía -una de las que más he releído a lo largo de los años- sigue siendo todo un acontecimiento. Como la primera vez.

Planes

La programación de una editorial, por modesta que sea, lleva su tiempo. Lo que se va a publicar se planifica con muchos meses e incluso años de antelación. La Editora Regional no era una excepción. Así, el 99% de lo previsto para 2009 ya lo tenía decidido el pequeñísimo equipo del que formaba uno parte hasta septiembre pasado. Yo también heredé, y a mucha honra, algún proyecto de Fernando. Me llama la atención, con todo, alguna incorporación de última hora. Son apenas un par de libros o tres. Por ejemplo, uno de Fernando Flórez del Manzano (no sé si el mismo que ha ganado el premio placentino de la asociación "Pedro de Trejo") y otro de "versos" de Moisés Cayetano Rosado. Me tranquiliza saber que el nuevo director tiene distinto criterio. De eso se trata. No de que sea diferente, sino de que lo tenga.
Ah, me agrada saber que sigue adelante nuestra idea para celebrar los 25 años de la Editora: tres antologías (un tomo de poesía, otro de narrativa y un tercero de teatro y ensayo) donde tres estudiosos sugerirán un canon de la literatura escrita en Extremadura en torno al fin de siglo. Muy oportuno tras los últimos ataques al sentido común (histórico y literario) perpetrado desde distintos frentes presuntamente "críticos". Son, en fin, los 25 años felices del Estatuto. Los de la Editora. Ésos en los que los escritores extremeños dejamos de sentir vergüenza por culpa del adjetivo.

27.1.09

Un poema de Heaney

Ya sabemos que Seamus Heaney va a leer sus poemas en el Círculo de Bellas Artes de Madrid Lo comentan en sus blogs Jordi Doce, anfitrión, Martín López-Vega y Antonio Rivero Taravillo (ver enlaces). Éste último traduce un poema muy irlandés de nuestro admirado poeta (ya estoy terminando su libro de ensayos). Lo copio aquí.

COMO TODOS


Como todos, bajaba la cabeza

cuando eran consagrados pan y vino,

y alzaba los ojos a la hostia

y el cáliz levantados, y creía

(no importa lo que esto signifique)

que una transformación se realizaba.


Iba al comulgatorio y recibía

el misterio en la lengua; regresaba

luego al banco, y con ojos entornados

daba las gracias,

y reabriendo los ojos percibía

que el tiempo comenzaba nuevamente.

No hubo escena

en que ajustar cuentas conmigo ni con nadie.

La pérdida ocurrió entre bastidores.

Mas no sé renegar de esas palabras:

“acción de gracias”, “hostia”, “eucaristía”.

Eternamente atraen, temblorosas,

igual que agua de pozo en lo más hondo.

26.1.09

Lecturas dominicales

1. Leí Proleterka y me gustó por eso esperaba con ilusión la nueva salida en Andanzas de Tusquets (lo publicaron en otra colección hace años) de Los hermosos años del castigo, de Fleur Jaeggy. Por supuesto, no me ha decepcionado. Si tuviera que definirla con una palabra, eligiría intensidad. Entre los muros de un internado suizo, apenas un puñado de páginas cubiertas por la nieve de la infancia y "la pureza de los derrotados".
2. Termino El poema envenenado, de Alberto Santamaría con el convencimiento de haber leído un ensayo necesario. No era sencillo abordar, entre otras cosas, una reflexión sobre la poesía a principios del siglo veintiuno. Uno ha aprendido más de una lección. Y, sobre todo, ha disfrutado de lo lindo con ese baño de filosofía y poesía por los cuatro costados.
Pre-Textos acierta de nuevo al publicar tres libros imprescindibles para comprender las poéticas de nuestro tiempo. Además del citado, hago alusión a Poesía sin estatua, de Álvaro García y a Una poética del límite, de Eduardo García, que no he leído aún pero que me atrevo a prejuzgar también como importante. Al tiempo.
3. Ni el título es bonito, ni el autor conocido, ni la edición al cabo primorosa, pero Carlos de las Heras (Santa Cruz de Paniagua, Cáceres, 1949) ha publicado en la colección Complugenia de la editorial Gran Vía (Burgos) un libro conmovedor: Los cabreros. Poemas largos de un sobrio ritmo envolvente y un sereno tono elegíaco donde este pediatra extremeño "de fuera" ha logrado rescatar un mundo que ya no existe. O mejor, que sólo existe en la memoria de los supervivientes que llegaron a conocerlo. Sin alharacas, con las palabras justas, ha sido capaz de mostrárnoslo y uno, siquiera por unas horas, ha podido volver a él. Y, gracias al poder la lectura, lo ha vivido.

25.1.09

Revolutionary road

Uno va poco al cine y en la televisión ve películas sin demasiado valor, programadas a favor de la audiencia y, al parecer, del sueño. Anoche, sin embargo, fuimos. A ver Revolutionary road, de Sam Mendes. Lo pasé mal. Al calor de la sala se sumaba el que sentía por lo que iba pasando en la pantalla. Boyero tenía razón: lo que allí ocurre "es verdad". O eso cree uno. La película logró ponerme nervioso. A ratos, mucho. El silencio en la sala era significativo. Aunque uno intentó imponer la debida distancia, reconocí que delante de mis ojos iba pasando la vida y que esa vida no era sólo la de los actores de una película. Ni que sólo hiciera referencia al tópico "sueño americano". Al salir, saludamos a una pareja. Él me dijo muy serio: "Llevamos una semana casados. No deberíamos haber venido". Le contesté: "Yo 25, y también lo he pasado fatal". Todavía no he cruzado palabra sobre Revolutionary road con Yolanda. Por suerte, vivimos en un piso del centro.

23.1.09

Un pecio de Ferlosio

(Monopolio) Sería ridículo pensar que con los bombardeos de la Franja de Gaza los judíos quieren vengarse de Hamás por lanzarles unos cohetes que de cada centenar sólo uno da en el blanco (es decir, hiere o mata a una persona); los judíos no se vengan de Hamás, siguen vengándose de la Shoah, pues sólo ellos son los legítimos portadores del victimato: del victimato único y universal, y por lo tanto eterno. (De El País)

22.1.09

Fiat 1.300

En la fotografía que ilustra la cabecera del blog de Alberto Santamaría se ven tres coches en un desguace. El de la izquierda es, según creo, un Fiat 1.300, exactamente igual que el que tenía mi tío Francisco Hoyas. En la Plasencia gris del seiscientos, brillaba no poco aquel coche que vino de Melilla (donde su propietario estaba destinado como militar). Aún lo veo aparcado en el solitario Resbaladero de San Martín.
Son muchos los recuerdos infantiles ligados a los viajes en el mille trecento (como decía mi padre, que había estudiado italiano en su bachillerato fascista) por los alrededores de Plasencia. Al río, Vera arriba y Valle abajo, a Puerto de Béjar y a Baños... Eran excursiones en busca de la frescura, cómodas de hacer incluso para alguien tan aficionado, como yo, al mareo. Eso sí, había que entrar y salir con cuidado del vehículo (sin dar portazos) o colocar las toallas para no mojar con el bañador húmedo la tapicería de piel. Con todo, lo mejor del coche eran sus pasajeros: mis tíos y, sobre todo, mis primos, a los que veíamos, nunca mejor dicho, de higos a brevas. Qué distinto es aquel coche de mi memoria del que aparece en ese cementerio de automóviles. Mañana habré olvidado el corroído aspecto de éste pero dudo que no sea capaz de seguir evocando las elegantes líneas de aquél. Ah, la infancia.

Ser extremeño

Así se titula el libro de entrevistas realizadas por Enrique Beotas, Sergio Casquet y Sergio Sánchez en el programa radiofónico La Rebotica a un grupo de famosos extremeños por nacimiento. Lo publica Quindici Editores y lo patrocina la Junta y Marca Extremadura. Es el típico libro pretenciosamente lujoso (que habrá costado lo que no está escrito), aunque feo, y no le falta el prólogo institucional, en este caso de quien, según se dice, "confió, apostó y auspició este proyecto", esto es, el señor Vara. Es cortito pero, como suele ocurrir con esos delantales innecesarios, no lo leerá nadie.
Las circunstancias se empeñan en que uno vuelva a lo ya comentado hace poco aquí. De los veinticuatro elegidos sólo dos (el torero Perera y el novelista Rodríguez) han desarrollado su labor profesional en Extremadura. La media no está nada mal. Por lo demás, entre deportistas, actores, artistas (como le gusta calificarse a Naranjo), cantantes, abogados, periodistas o estrellas televisivas, abundan los nombres indiscutibles (Oliart, Rubio Llorente, Castelo...) y alguno que otro del todo prescindible. Algo normal en este tipo de "proyectos".
Por elegir una, me ha sorprendido gratamente la conversación con Adelaida García Morales, escritora extremeña de nuevo; algo, por cierto, que siempre ha defendido el crítico Simón Viola.

21.1.09

"Espíritus contemporáneos"

Con el rigor de costumbre, Antonio Sáez Delgado da a la imprenta Espíritus contemporáneos. Relaciones literarias luso-españolas entre el Modernismo y la Vanguaria, un nuevo libro sobre las relaciones entre las literaturas portuguesa y española a principios del XX, como anuncia el subtítulo. Reúne, con voluntad unitaria, un puñado de ensayos por los que desfilan personajes de la enjundia de Pascoaes (estará a punto Viaje a Pascoaes, el ensayo de A. Cândido Franco que el propio Sáez ha traducido para la Editora), Pessoa, Maristany, Sureda, Gómez de la Serna o Galán. Rescata también un artículo sobre Ortega Muñoz que apareció en el catálogo de la exposición "Palabras para una pintura del silencio. Teoría del paisaje en la obra de Ortega Muñoz".
La obra aparece en Renacimiento. Cuenta con el patrocinio del Gabiniete de Iniciativas Transfronterizas; tan desaparecido últimamente como tantas otras instancias culturales de la Junta de Extremadura. Una pena.

20.1.09

Peatón en Mérida

La primera vez que uno recuerda haber viajado a Mérida, Vía de la Plata adelante, fue a finales de los años sesenta, en el 600 de la familia, camino de una playa del sur. Al llegar a la altura de la ciudad, muchas horas después, mi padre paró para que viéramos el Teatro Romano, entonces a pie de carretera. Allí, bajo el tórrido calor del verano extremeño, oí de viva voz una de las anécdotas más repetidas ante ese monumental conjunto de ruinas, cuando mi hermano pequeño dijo con infantil aplomo: “Papá, esto no me gusta: está roto”. Es cuanto retengo de mi primer, fugaz viaje a Mérida, una ciudad, por cierto, que no aparece en mi memoria de aquel tiempo, borrosa o invisible tras las piedras calcinadas de gradas, arcos y columnas y el canto pertinaz de las chicharras.
Hasta los ochenta del siglo pasado, con la llegada de la Autonomía a Extremadura, los habitantes de esta inmensa región vivían si no inmersos sólo en sus realidades locales o comarcales sí al menos en las provinciales lo que viene a explicar porqué, para un placentino, alguien del norte, el Tajo marcaba una suerte de frontera que con dificultad se franqueaba. Vivíamos de espaldas y apenas si se establecían contactos entre cacereños y pacenses. No hace falta recordar que moverse no era tan fácil como ahora. Así las cosas, no es extraño que en el imaginario colectivo de mis paisanos, Mérida fuera un lugar remoto que carecía de interés.
De la frecuentación de los sitios, como sucede con las personas (el roce, decimos, hace el cariño), surgen relaciones que pueden devenir incluso amorosas. Me ocurrió después de unos años de trabajo en Cáceres, donde descubrí una ciudad que, a pesar de haberla tratado bastante, hasta ese momento desconocía, y me ha terminado sucediendo con Mérida.
A pesar de que ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad, Mérida no entra por los ojos. No, no es una ciudad bonita a primera vista. Exige determinadas dosis de asedio y de paciencia. Esto sólo vale para los que la vemos desde fuera, claro, para quienes la visitamos. Los emeritenses, como suele ocurrirle a cada cual con la suya, dirán que es hermosa, y la mejor. Y puede que no les falte en parte razón. Esa credencial que acabo de mencionar es justa. Ya hubo en ella asentamientos prehistóricos y sigue luciendo orgullosa su pasado romano pues allí el emperador Augusto fundó Emérita, capital de la provincia Lusitana de su imperio, para que vivieran en ella veteranos (emeriti) de las sucesivas guerras propias de aquella época heroica. De la “otra Roma de España” habla Moreno de Vargas en 1633.
La presencia de aquella Emérita es insoslayable. Por ruinas, vestigios, edificios y monumentos que la pueblan en todas las direcciones de su centro histórico. Así, casas como la del Mitreo o La Torre del Agua. Puentes como el del Guadiana o el Albarregas. Arcos como el de Trajano. Acueductos como el de Los Milagros o San Lázaro. Templos como el de Diana o el de Marte. Y el famosísimo Teatro. Y, cómo no, el Anfiteatro y hasta el Circo. O las Termas y los Columbarios. Y ya a las afueras, el embalse de Proserpina.
Del mismo modo que hay una Mérida Romana, la más conocida, hay también una Mérida Visigoda, una Mérida Árabe (Mārida, de la que quedan restos bien conservados de su Alcazaba) y, por poner coto, una Mérida Santiaguista (de la que dan fe las Torres albarranas de la misma Alcazaba o la Iglesia de Santa Eulalia).
Acabo de mencionar a Santa Eulalia y bueno será recordar que es la patrona de Mérida, una mártir que murió en el año 64 de nuestra era. Para los foráneos, que siempre comprendemos las pasiones que despiertan las patronas de cualquier lugar, la Mártir, que es como la llaman todos, evoca unas nieblas tan temibles como famosas, las que se forman a principios de diciembre, coincidiendo con su festividad. Nieblas que nos llevan a otro nombre clave de esta: el Guadiana, río grande y caudaloso que a estas alturas de su viaje hacia el mar ha olvidado los caprichos que le han hecho famoso en los libros de texto. No es ajena a su existencia, antes al contrario, la ubicación de Mérida.
Como no es inocente que los políticos extremeños, ya constituida Extremadura en Comunidad Autónoma, decidieran que Mérida iba a ser la capital autonómica. Por las razones que he esgrimido antes, esa separación provincial que se extendía mucho más allá de los límites geográficos, tuvieron que buscar una ciudad que no fuera ninguna de las dos capitales tradicionales de la región. De haber podido, a lo peor hubieran hecho como con la Universidad: partirla en dos para que ninguna de ellas se quejara. El caso es que esa decisiva determinación cambió de una vez y para siempre a esa ciudad, no hace falta explicar que para bien.
Uno, que empezó a frecuentarla a principio de los años ochenta, la entrevé más fea y pequeña, con ese aspecto de pueblo grande que todavía no ha perdido. Esto, lejos de ser triste, me parece una virtud. Monumentos aparte, lo que suelen visitar los turistas que se acercan a ella, da gusto pasear por algunas de sus calles donde aún es posible ver árboles en las aceras y casa bajas, ésas típicas de Mérida, con un pasillo central que da a las habitaciones y que desemboca en un patio necesario para combatir los rigores del clima. Casas con muros anchos donde el frío no entra en el invierno y de las que huye el calor en verano.
Desde el balcón de un modesto piso del centro, vislumbro una lejana tarde de los felices ochenta y una fotografía que recoge los muros de una obra en construcción: el Museo de Arte Romano, de Rafael Moneo; una obra singular, sí, pero también perfecta donde continente y contenido, sin solución de continuidad, rescatan lo mejor de la romanidad de Mérida y, por consiguiente, del mundo.
A costa de dejar por el camino la Mérida moderna, que levantó no pocos palacios y conventos, la del XIX (una época bastante oscura para una localidad a la que Larra denominó “olvidada de ella misma” y “población de cortísima importancia” en un texto publicado en 1835) y la del XX (que rememora Alberto Oliart en sus memorias de infancia, que revive Félix Grande cuando recuerda su nacimiento en plena Guerra Civil, en la calle Calvario, que evoca Vicente Sabido al regresar a la huerta de sus abuelos, su fluvial paraíso perdido), procede reconocer, ya que la citamos, la arquitectura contemporánea como uno de los valores esenciales de la ciudad. De su pujanza reciente dan fe un conjunto de obras cercanas entre sí, construidas a orillas del Guadiana, como el puente Lusitania de Santiago Calatrava (que lo cruza), el Palacio de Congresos de Nieto y Sobejano, las Nuevas Consejerías de Navarro Baldeweg, la Biblioteca de Arranz o la Escuela de Administración Pública de Sáenz de Oiza.

Álvaro Valverde

Nota: Este artículo se publicó bajo el rimbombante título de "Mérida: una urbe para solaz del guerrero" en la revista Descubrir el arte, Nº 113, junio de 2008. Lo rescato ahora por aquello de que hace meses que no paseo por allí. Y menos que...

19.1.09

Garganta

Vamos al molino cada vez menos. Ayer, con todo, pasamos el día allí. Cuando llegamos, el termómetro del salón marcaba una temperatura de 2 grados. Con las dos chimeneas encendidas, el brasero y el radiador, al poco rato aquello acabó convirtiéndose en un sitio habitable. Después de comer (paella, of course), aproveché para dar el paseo "largo". No hacía demasiado frío pero la niebla, muy baja, daba a aquellos contornos un aspecto gris y helador. Caía una lluvia muy fina. Comprobé en el puente de abajo lo que luego volví a ver en el de arriba y que ya había visto en los otros dos que atravesé, incluido el del propio molino: que la garganta del Obispo ha perdido casi todo su caudal y ya no es ni sombra de lo que era, sobre todo ahora, en invierno. Su imponente sonido es sólo una canción del recuerdo. Sus aguas blancas y turbulentas, apenas unos versos perdidos en algún rincón de mis poemas.
Achacamos la misteriosa desaparición a unas obras para ordenar el riego -realizadas con fondos europeos por valor de casi 900.000 euros- que han llenado de alcantarillas los alrededores. Y, con ellas, al depósito modelo PTP (Plaza de Toros Portátil) que instalaron al lado del puente de arriba. Si algún ecologista de por aquí dejara por un momento sus cosmopolitas preocupaciones por los glaciares alpinos y por el hielo fundido en los polos y le prestara un poco de atención a este hecho, a lo mejor sacábamos algo en claro. Es muy triste, en fin, ver un lento hilo de agua donde antes había un rápido torrente que daba gloria verlo y oírlo.
Cada vez vamos menos al molino. Y uno sabe porqué.

17.1.09

Carta de Santa Marta

Me resultaba raro conducir de nuevo por la A-66 camino del sur. Hacía cinco meses que no iba más allá de Cáceres. Ya en la carretera que une Almendralejo con Santa Marta de los Barros, recordaba nuestro primer y único viaje a ese pueblo ancho y blanco, como tantos de esa provincia. Cuando fuimos a enterrar a Fernando Pérez un caluroso mediodía de agosto. Él era otra vez la causa y la razón de mi regreso. Como dije aquí, se fallaba el primer premio de ensayo que lleva su nombre y que han organizado, con la colaboración de la Asociación de Escritores Extremeños, el ayuntamiento en un gesto político que le honra. En el jurado, que presidía su viejo amigo Castelo, la profesora Mercedes Pulido (otra vieja amiga de Cáceres), Ana Sánchez (del instituto de Santa Marta), Antonieta Benítez (del Servicio de Publicaciones de la Diputación de Badajoz), Paco Muñoz (amigo desde la infancia de Fernando), Javier Rodríguez Marcos (poeta y redactor de Cultura de El País), Antonio Sáez Delgado (profesor en Évora y poeta, presidente de la AEEX), Fernando Pérez Hernández (el hijo mayor de "nuestro" Fernando) y uno. Las deliberaciones fueron interesantes y muy pronto teníamos libro ganador y accésit. Supimos después que la autora del primero era Carmen Galán, de la Universidad de Extremadura (hermana, por cierto, de la escritora Pilar Galán), con una densa obra sobre lenguajes inventados en territorios utópicos, y que el otro también estaba escrito por un profesor de la Uex, Miguel Ángel Teijeiro, sobre el mecenazgo en la Extremadura del Siglo de Oro. Con ser esto importante, uno iba a Santa Marta también a otra cosa. A visitar, ante todo, la casa familiar de los Pérez González. La que ahora habitan, a temporadas, sus hijas e hijos con sus respectivas mujeres y maridos y, claro está, con los hijos de éstos. A pesar del frío de las casas grandes, fue muy cálido mi encuentro con Luis y con Celes, nada más llegar al pueblo, y con casi todos los demás después. Fue muy emocionante ver el despacho que ocupaba Fernando y que sirve de fondo a unas fotografías muy reproducidas donde, como dice nuestro amigo Antonio Franco, tiene un aire de sabio republicano de los años treinta. O recorrer el laberíntico doblado (o sobrado o cámara), lleno de cuartos y de estanterías con periódicos y revistas antiguas entre las que Celes, Paco Muñoz y él guardaban en los años duros del franquismo la propaganda subversiva. ¡Qué tiempos! Corrieron, en fin, las lágrimas por aquellos pasillos. Lágrimas de tristeza que, ay, lo eran también de alegría. En el acto literario celebrado en la Universidad Popular, la mujer de Fernando, Susi, estuvo magnífica (siempre en lucha contra la atenazante emoción) y, cómo no, Castelo, que aprovechó la ocasión para recitar el poema habanero que dedicara en su último libro al inolvidable director de la Editora. Dijo, de paso, algunas verdades que en su tronante voz sonaron aún más elocuentes. La noche terminó con una cena casi íntima con familiares, amigos y concejales. Después, otra vez la rara sensación de conducir de madrugada camino de casa. Como tantas otras veces, sí. De nuevo con un nudo en la garganta.

Entrevista

La que se emitió antes de anoche en La isla de Viernes se puede ver y oír aquí.

16.1.09

Listas

Es lo que tienen las listas: que son tontas.

15.1.09

Menos para cultura

La Caja de Ahorros de Navarra lanzó la campaña "Tú eliges, tú decides" y sus clientes han determinado que sólo el 5% del presupuesto general de gastos sociales de la entidad se debería dedicar a cultura. Antes rozaba el 30. Prefieren que los fondos se inviertan en ayudas a la discapacidad, asistencia y cooperación. Puestos a elucubrar, ¿qué pasaría si, más allá del mecánico trámite electoral (con programas a la medida de los dirigentes del partido), se les planteara algo parecido a los ciudadanos? En Extremadura, sin ir más lejos.

Ana

Ayer publicó El País un interesante reportaje dedicado a libros donde sus autores, ante todo padres, dan testimonios sobre sus hijos discapacitados. Se titula "Un bosque de árboles genealógicos". Me ha recordado que uno también escribió (se publicó en edición no venal) Una historia de Ana, donde la protagonista es mi prima, paralítica cerebral. Esa colección de fragmentos no aparecen en mi humilde bibliografía, es verdad, pero posiblemente ha sido el libro que más me ha costado escribir.

14.1.09

La isla de Viernes

El otro día me entrevistaron para el programa cultural de Canal Extremadura La isla de Viernes. Sí, por Desde fuera, aunque el libro ya no tenga novedad. Bueno, como la poesía en general. Quedamos en el Parador, un lugar bonito y neutral. En el claustro de arriba, la luz era perfecta. Como el silencio que allí había a media tarde. Nos acercamos después a la librería El Quijote (a falta de un café o un pub, no encontré un sitio mejor para ilustrar mi vida cotidiana en Plasencia) y, para terminar, a casa. Querían tomar algunas imágenes de la biblioteca, por más que a uno le inquiete mostrar cualquier espacio íntimo a una cámara.
En el par de horas que estuvimos juntos, dio tiempo a hablar de muchas cosas (reducidas a segundos en el programa que se emitirá mañana jueves) y, entre ellas, de Ángel Campos, al que la periodista conoció en Lisboa.
Más de tres años lleva La isla de Viernes en antena, como suele decirse. Es meritoria esa fidelidad. Me contaron que su próximo reportaje iba a ser en Montánchez, por lo del plan para reconstruir castillos del que da cuenta hoy la prensa. Nada más apropiado, me dije, para una política cultural en ruinas.

9.1.09

Vuelta

A este blog, por ejemplo. Y al trabajo. Por si fuera poco, con dos incorporaciones: una niña rusa que no habla nada de español (que llegó a España y a mi clase unos días antes de Navidad desde un orfanato al norte de Rusia) y un niño de otro colegio de Plasencia que... De las vacaciones, tan largas como necesarias, me quedo con un puñado de lecturas. De las que no comenté, destaco la de Nieve, una actualísima novela (con la religión de por medio) de Pamuk. Ahora ando entre los venenos poéticos de Santamaría y los curativos poemas de Watanabe. Ya esperan los ensayos de Heaney que ha publicado FCE, un libro que me ha traído de Madrid Gonzalo. En fin, Elías, nada nuevo.
Ah, el próximo viernes se falla en Santa Marta el primer premio de ensayo "Fernando Pérez". También a eso le ha dedicado uno algunas horas de lectura. Seguimos.