Ahora que acabamos de
celebrar el 25 de abril conviene resaltar la figura de Portugal y su unión con Extremadura
con quien a veces solo la separa un pequeño puente como el de El Marco que
cuelga sobre el arroyo Abrilongo delimitando las fronteras de Badajoz y
Arronches. Y en otras, esa raya se hace aún más imperceptible como sucede en el
campo de las letras. De esto último se ha encargado durante los últimos veinte
años la Editora Regional de Extremadura al poner en marcha la serie Letras
Portuguesas como culminación del mandato estatutario de hacer presente la
literatura del país vecino en el panorama editorial extremeño.
A las iniciales coediciones
con Calambur de textos de José Bento (Algunas sílabas), Jorge de Sena (Antología
poética), Manuel de Freitas (El cielo de occidente), Eugénio de
Andrade (Los surcos de la sed), Antero de Quental (Sonetos) o
João Miguel Fernandes (Verano del ochenta y tres) se unieron textos de
producción propia de autores como Neves o Antunes Simões que han dado paso a un
catálogo de literatura, humanidades y estudios sociales de un valor incalculable.
En este contexto surgió Letras
Portuguesas que, de manera trasversal, toca a muchas colecciones ofreciendo un catálogo
amplio de la literatura portuguesa y en portugués con nombres de la talla de
José Luis Peixoto (Te me moriste), Gonçalo M. Tavares (Enciclopedia I),
José Gil (Portugal, hoy: el miedo de existir), Eduardo Lourenço (La
muerte de Colón. Metamorfosis y fin de Occidente como mito), Teolinda
Gersão (Los Ángeles), Florbela Espanca (Charneca en flor) o
António Cândido Franco (Viaje a Pascoaes), traducidos por Ana Márquez,
María Jesús Fernández García, Fernando Rodrigues, Luis Alfonso Limpo y Antonio
Sáez Delgado quien junto a Luis Marina, Amador Palacios y José Ángel Cilleruelo,
participan en las ediciones bilingües de la colección Poesía y que hacen que las
voces de Ruy Ventura (El lugar, la imagen), Fernando Pinto do Amaral (Exactamente
mi vida), Eduardo Pitta (¿Y si todo de repente?), Nuno Júdice (Navegación
sin rumbo), Rui Knopfli (El país de los otros), Fátima Maldonado (Sentada
frente al precipicio), Alberto da Costa e Silva (Fragmento para un
réquiem) o Miguel Torga (Los primeros poemas para el Diário Odas) se
tornen versos de sonoridad dual.
La presencia portuguesa también
se manifiesta en los números —ya va por trece— de la revista Literaturas
Ibéricas Suroeste, en coedición con la Fundación Godofredo Ortega Muñoz,
heredera de la histórica Espacio/Espaço escrito, que anualmente reporta escritos
de lo más granado de uno y otro lado de la mítica raya.
Portugal también se deja
notar en Del otro lado, en el que Ana Olivera nos lleva de la mano por
el país vecino en un texto que es al tiempo libro de viajes, diario personal y
cuaderno de a bordo de cualquier vida. Otro ejemplo de la impronta lusitana en
el catálogo es La frontera que nunca existió, de Alonso de la Torre, que
inauguró con gran éxito la colección Editora de Bolsillo.
Anteriormente nos hemos referido a Espacio/Espaço escrito la revista que cofundaran Álvaro Valverde, Diego Doncel y Ángel Campos Pámpano y me quiero detener en este último para citarle con la coedición de La ciudad blanca como también hacemos con Pequeña antología de poetas portugueses, de Enrique Díez-Canedo. No podemos olvidar Lisboa, del placentino Javier Morales Ortiz, publicado en La Gaveta y los más recientes: Portugal, diez siglos de historia, de Fernando Cortés Cortés, reeditado en la colección Estudio y el poemario Tabaquería, de Juan Manuel Barrado, en el que el poeta de Huertas de Ánimas homenajea la poesía de Fernando Pessoa asomándose a esa ventana que el recordado Julián Rodríguez cinceló con su buril para que el lector mirase al mundo y a sí mismo.
En la web del periódico.