17.5.08

Parque

Hoy he vuelto al parque de Candelario, uno de los lugares de mi infancia. En ese pueblo de la Sierra de Béjar pasé algunos veranos de niño. En compañía de mi abuela y de su hermana. Nos alojábamos en Casa Gabriel, que todavía existe. A pesar de haber vuelto cada poco a ese bonito sitio, hacía años que no paseaba por el parque. Allí iba a jugar cada mañana y también allí, a eso del mediodía, me comía a regañadientes el preceptivo huevo cocido que Feliciana y Sofía traían del hotel. Hoy me ha parecido, es lógico, mucho más pequeño. La manía de alicatar los parques (ahora están con mi querida Isla) le da un aspecto urbano que entonces no tenía. He reconocido, en fin, el árbol que me servía de caballo. Hablo de la rama doblada de un pino que está en una fotografía que guarda mi madre en un álbum y entre los versos de mi primer libro, Territorio.