25.7.20
Noticia de Lanza del Vasto
24.7.20
Jesús M. Santos lee "Porque olvido"
Defensa de la memoria
En aquellos años de mocedad los diarios guardaban secretos. Se iniciaban en la adolescencia, se escondían y muchas veces concluían a medida que crecía la vergüenza del autor por la simpleza y fugacidad de sus pasiones o la inestabilidad de algunos juicios que el tiempo desvelaba efímeros. Había otros, más maduros, que sobrepasaron el ciclo de la edad, aunque se mantuvieran acallados, o escondidos, al albur del destino o la espera a que la muerte acabara desvelándolos. Algún amigo, de esos que se califican como íntimos, dejó los suyos escritos en un buen número de libritos que nadie se ha atrevido a abrir. ¿Fueron escritos para ser leídos?
El género diarístico abierto
al público tiene una historia larga que, en los últimos años, ha evolucionado
al amparo de las tecnologías. El diario ya no lo es porque se alimente del día
a día, sino porque se hace público con esa periodicidad, siempre accesible.
Sobre esos no cabe aquella duda: se escriben para ser leídos y el propio autor
se encarga de difundirlos (y en ocasiones, de promocionarlos).
El espacio público en que
ahora vivimos, multiplicado a partir de la red, ha avivado el género y lo ha
modificado. Cada diarista sigue la lógica que él mismo fija, sometida a dos
elementos: lo que vive, en el más amplio sentido, y lo que quiere contar. A
partir de ahí, el valor no lo establece el género, sino el estilo.
El diario se hace a mano.
Carece de secreto, pero no de misterio. ¿Dónde empieza y termina la verdad, la
desnudez? ¿Se pueden interpretar los guiños y, aún mejor, los silencios?
Una de mis primeras
ocupaciones cotidianas se dirige, bien de mañana, a http://mayora.blogspot.com/, el blog del poeta y
maestro –pase lo que pase–, Álvaro Valverde. Me cuesta empezar el día de otra
manera. No solo por la afinidad o simpatía hacia el autor, sino porque sus
paseos, que son también sus reflexiones, invitan a mirar el paisaje, a buscar
preguntas, a encontrar sentimientos. También por mi propia rigidez en lo
relativo a la organización de las tareas cotidianas.
Aquel diario digital, en
permanente estado de construcción, ha dado paso a Porque olvido. Desde un punto de
vista formal, simplemente un libro, editado por la Editora Regional de
Extremadura, que recoge parte de lo publicado en el el blog durante quince
años, desde 2005 hasta 2019, ambos incluidos.
No aparece todo lo recogido
en el formato original, porque, según interpreto, el autor ha querido llevar a
la imprenta lo esencial, su territorio más personal, tal vez, también, el más
poético. Tanto más cuanto más ajeno parece a la poesía. Queda fuera el
abundante trabajo crítico de Álvaro Valverde y sus tomas de posición en torno a
determinadas cuestiones políticas o literarias. Tal vez por ello, este Porque
olvido resulte aún más esencial, el espacio del paisaje y los
afectos más sencillos, de los que brota todo lo demás.
El lector siente regresar a
un territorio conocido. Puede parecer lo mismo; tal vez, no lo sea. Todo es
sencillo y claro, como el paisaje y los lugares que recorre. Pero lo que aquí
se reconoce, más allá de lo concreto, es la actitud. En esa manera de estar y
de mirar radica el valor de cuanto se sugiere. O sea, como la propia obra de
Álvaro Valverde.
Porque olvido reivindica la
memoria para entender e interpretar la vida. Pero reconoce algo aún más
elemental a medida que la edad avanza, un pequeño valor imprescindible: dejar
constancia de lo vivido y lo sentido contra la fugacidad de este tiempo tan
proclive a la amnesia y al desprecio de lo íntimo. Así de sencillo resulta
también el diario. Por eso, tal vez la fundamental tal vez sea el tono, la
verdad del poeta y de Álvaro Valverde en particular. Desde la soledad del paseo
al encuentro del lugar que sugiere y el tiempo que concreta.
Estas reflexiones no pretenden ser una crítica ni siquiera una reseña; aspiran, desde un punto de vista estrictamente personal, a establecer la necesidad de un asidero al que acudir cuando reconocemos lo mucho que vamos olvidando. No como la lista de la compra, pero casi. En otro ámbito.
De su blog Lagar de ideas.
18.7.20
Elogio de la cerveza
Jesús García Sánchez
16.7.20
Turia, 135
13.7.20
Onieva lee a Sophia
12.7.20
Una antología poética de Jordi Doce
En la rueda de las apariciones. (Poemas 1990-2019)
Jordi Doce
Ars Poética, Oviedo, 2019. 256 páginas.
10.7.20
Delibes dixit
8.7.20
La luz de aquella tarde de septiembre
4.7.20
Álex Chico lee el "siroco"
3.7.20
En memoria de Julián
2.7.20
Otro maldito poema sobre el confinamiento
A Jordi Doce
me obliga, cual paciente recluido,
a cumplir ciertos ritos; por ejemplo,
observar lo que pasa cada día
detrás de la ventana de mi cuarto.
Me asomo al exterior como quien sabe
que el gesto es salutífero. Respiro
y, al hacerlo,
es mucho más que aire lo que tomo.
Después,
me paro a contemplar mi triste estado
que se refleja en todo cuanto veo.
La muralla, que tengo justo enfrente,
un símbolo vital para quien quiso
permanecer en su lugar.
Le sirve de sustento a un par de mirlos
que cantan en el sol cuando amanece.
Más allá, por encima,
algunos edificios donde intuyo
la existencia secreta de los otros.
Y debajo, el jardín.
Con una buganvilla exuberante,
la hierba todavía no agostada,
una higuera sin poda algo salvaje,
algunas flores y árboles modestos,
la densa enredadera de la entrada
y multitud de animalitos invisible.
Si levanto la vista hacia poniente,
cuando al cabo declina la jornada,
un cielo enrojecido me devuelve
la metáfora exacta de este tiempo
rendido al estupor y a la extrañeza.