Samuel Brussell, escritor de origen judío residente en Suiza, es el autor de Alfabeto triestino que publica, con la pulcritud habitual, Fórcola. La traducción es de Gabriela Torregrosa y el prólogo de Juan Bonilla, lo que no deja de ser un aliciente. No decepciona. Comienza aportando un dato demoledor: a principios del siglo XXI, el 70% de los italianos "ignoraban que Trieste perteneciese a Italia". Subraya, a partir de lo leído en Brussell, que "una ciudad son sus poetas" y que "uno no nace triestino, se hace". Esa ciudad fronteriza y extraña, tan rara como los escritores de allí (Saba, Pittoni, Bazlen, Stuparich, Slataper, Voghera, etc.) o de paso (Joyce y Stendhal, entre ellos). Por cierto, me ha llamado poderosamente la atención que no se mencione en ningún momento a Claudio Magris, el triestino más conocido (y reconocido) entre nosotros. La bora (qué ciudad literaria no aspira a tener su propio viento), las librerías de viejo (la Antiquaria), las editoriales (Zibaldone), el café San Marco (el de Microcosmos), sus alrededores... Un libro, sí, a la altura de una de las ciudades más escrita del mundo.
26.10.22
20.10.22
Debut
Me da que por una vez, y sin que sirva de precedente, el editor va a tener razón: "pienso que Los reales sitios es uno de los debuts poéticos más interesantes de los últimos años", escribe sin empacho Unai Velasco, de Ultramarinos, en la impecable nota que abre el volumen.
Noqueado todavía por el frívolo experimento de Babelia y esa dichosa manía de tratar a los libros como si fueran caballos de carrera, me cuesta afirmar un hecho así, pero tras la gratísima lectura de estos veinticuatro poemas que publica, a los veintitrés de su edad, el madrileño Juan de Salas no tengo más remedio que reconocer en voz alta su calidad. Es, o eso me parece, un libro logrado. Y eso basta. Quiero decir que esto no es un ranking sino algo mucho más apasionante y misterioso, ajeno a otra cosa que no sea la poesía a secas.
"Patrimonio Nacional", "13" (mi preferido), "Jardín nuevo" o "Nuevas formas de alejarse del centro" (uno de los "Tres cuadros de una zarzuela para irse de la ciudad") bastarían para justificar lo que digo. No, no todos los jóvenes escriben parapoesía. Libros como este (con un título, por cierto, tan afortunado), en las antípodas de esa penosa moda, demuestran que hay margen para la esperanza. Aquí hay ideas y hay lenguaje.
Como remata Velasco: "Sea como sea, Los reales sitios es una vía directa hacia una poética comprometida que no vacila en lo sentimental sin dejar de pagar los peajes que se le piden al poeta: singularidad, presencia en el
mundo y articulación de la lengua". Pues eso.
7.10.22
Reseñables
Me refiero a algunos libros leídos recientemente que debería haber reseñado por el mero placer que me deparó su lectura. No hace falta volver sobre lo ya dicho.
POESÍA
-Condición de refugio, de Jesús García Calderón (Alhulia).
-Las cuatro primeras entregas de El leopardo de las nieves. Libros de Clara Janés, Eliot Weinberger (traducido por Aurelio Major), Pedro Serrano y Ranjit Hoskote (en versión de Enrique Juncosa, codirector de la colección de Espacio Valverde junto a Andrés Mengs). Ya anuncian, por cierto, la segunda tanda.
-Dos libros de La Veleta: Un palacio suficiente, de Jesús Montiel, y Las horas grises, de Luis Bravo.
-El faedor de reis, de Antoni Tàpies Barba (Stonberg).
-La vocación suspendida, de Lauren Mendinueta (Difácil).
-Tres libros de Pre-Textos: Arqueologías, de Ada Salas, La bestia ideal, de Erika Martínez y Cantar qué, de Juan de Beatriz.
-Dos libros de Los Versos de Cordelia: Los hilos rotos, de Antonio Rivero Taravillo, y Vertical de ausencia, de José Teruel.
-La nueva edición de Fragmento, de Marta Agudo (Godall).
-Un libro de Visor: La luz que enciende el cuerpo, de Ioana Gruia.
-Las últimas entregas de José Luis Puerto: Topografía de la herida (Eolas), la antología Nombres de la mirada (Calambur) y Fulgor de madre (Diputación de Salamanca).
PROSA
-Agua y jabón (Apuntes sobre elegancia involuntaria), de Marta D. Riezu (Anagrama).
-La edad ligera, de Jacobo Cortines (Athenaica).
-Calendario, de Avelino Fierro (Días contados).
-El último romántico, de Tomás Pavón (Letras Cascabeleras).
-El diario de K, de Karmelo Iribarren (papelesmínimos).
Queda tanto por leer. Las últimas novelas de Álex Chico y Juan Ramón Santos, por ejemplo. Esto en prosa, que en poesía...
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