Pablo Núñez (Langreo, 1980), que es licenciado en Periodismo, doctor en Filología Hispánica y profesor de la UNED, pertenece al círculo de poetas asturianos ligados a la Universidad de Oviedo y a la tertulia del mordaz crítico García Martín. Codirige, junto a Candela de las Heras, la revista Anáfora, una de las más pujantes del panorama joven de la poesía española. Es uno de los editores (el otro es el también asturiano Rodrigo Olay) de Sobre mi poesía (1971-2018), la de Luis Alberto de Cuenca, que acaba de aparecer en una nueva colección de la jerezana Libros Canto y Cuento.
Tras un primer libro, Lo
que dejan los días (2014) y su paso por alguna antología generacional,
publica ahora en Renacimiento Tus pasos en la niebla.
Tres elocuentes citas abren
el pequeño volumen. De Garcilaso, Zagajewski y Sánchez Rosillo. Están elegidas
con coherencia, lo que no siempre ocurre. A punto de entrar en la cuarentena (y
no me refiero a la del coronavirus), es lógico que uno se pare a contemplar su
estado, como el autor de Epístola a Boscán; recuerde, como el
padre del poeta polaco; y permanezca en la luz que, “si de verdad fue tuya”, “no
se acaba”, como proclamó el poeta murciano.
En tres partes se divide el
conjunto: “La belleza del mundo”, “Confidencias” y “Quizá unos pocos versos”.
El primer poema de la primera sección (que se publicó en Estación
Poesía), dedicado a un cuadro de Hopper, en concreto su comienzo: “Ella no
sabe que al mirar los árboles / está observando en realidad su vida”, sorprende
de inmediato al lector. Al menos a éste. Se da mucha importancia a la primera
línea de un relato o de una novela; no tanta a los primeros versos de un libro
de poemas, tal vez porque cada poema es, en rigor, un libro en sí mismo. El
caso es que si uno fuera, como en algunas ocasiones, miembro de un jurado
literario al que se hubiera presentado este libro, sólo por ese par de endecasílabos
que condensan un mundo, ya contaría, a
priori, con mi voto favorable. Seguiría leyendo, como hice, con mucho
interés. Lo sospechado cobró al final definitiva forma.
El clasicismo (métrico,
temático, etc.) se aprecia también desde el principio. De ahí lo de los
epígrafes. Hay más: de José Luis Piquero, García Montero, Amalia Bautista y
Víctor Botas. La musicalidad o el ritmo (apoyado casi siempre en el
endecasílabo) se adapta de inmediato al oído, sin que estorbe a la hora de
concitar coincidencias, voces y ecos. Del mencionado LAdeC, uno de sus maestros,
por ejemplo. Por decirlo con él, la línea es clara. El tono, conversacional,
como el del resto de paisanos de viaje lírico, un grupo potente y reconocible
dentro de la tradicional pujanza de la poesía escrita por asturianos.
En los poemas, la infancia y
la juventud perdidas (las enseñanzas de la edad: “A cada golpe debes lo que has
sido”); la afición al deporte (al baloncesto, en la baraja infantil; al fútbol,
en ese poema dedicado a Quini); la familia (el padre, que está en “El poeta vio
el rostro, y la abuela materna, en “No eran cuentos”); los viajes (a la Ginebra
de Calvino y Borges y a los Alpes, a Salamanca o Cáceres), versos donde aflora a
veces un culturalismo asumido y no epatante; la celebración de la amistad, un
rasgo muy experiencial y ochentero
(léase “Queríamos luchar” o “Verbier”); la memoria (“¿De qué mañana vienes? ¿De
qué espera?”); el mar (algo normal en alguien que vive en Gijón; “Siempre supe
del mar”); el yo (que protagoniza la segunda parte), en poemas autobiográficos (o
eso parecen) como “Ante el espejo” o “No le cuentes que te entusiasma Bach” (y
Dylan, Cernuda, el cine de los 50, las viejas tertulias televisivas de Garci y de
Dragó...), “que prefieres un buen alejandrino a un BMW” y “que admiras mucho
más / a Rodríguez Adrados que a Bill Gates; la Biblia (muy hermoso es el poema
“El texto del Nuevo Testamento”); los libros, las lecciones y la poesía (a la
que dedica la tercera parte)...
El poema final es una
traducción de un animoso al tiempo que melancólico poema de C. S. Lewis: “What
the Bird Said Early in the Year” (“Lo que el pájaro dijo al comenzar el año”, de
1938) que se puede leer en “una placa del Magdalen College de la Universidad de
Oxford” y al que pertenece el verso “Este año el verano se hará realidad. Este
año. Este año”.
Unas didácticas “Notas del
autor”, que subrayan el afán de claridad, cierran esta entrega que no
sorprenderá acaso por lo novedoso, pero sí por su pequeña verdad. “Al cabo, son
poquísimas las cosas / que de verdad importan en la vida”, como dijo la
mencionada Amalia Bautista. Él, por su lado, afirma: “No elegiste un camino,
pero fueron / siempre firmes tus pasos en la niebla”. Se nota.
Pablo Núñez
Renacimiento, Sevilla, 2020
Nota: Esta reseña se ha publicado en el número 147 de la revista Clarín.