Durante los tres primeros días de esta semana se ha celebrado en Yuste el curso “Gabriel y Galán: época y obra”, en el marco de los Cursos de Verano de la Universidad de Extremadura en colaboración con la Fundación Academia Europea de Yuste y bajo el patrocinio, entre otros, de la Consejería de Cultura. La sola mención de las tres instituciones que acabo de mencionar justifica sobradamente la solvencia de esta actividad.
Poco a poco, pasito a pasito, con la debida puntualidad, a un ritmo acompasado a los doce meses del año, se va cumpliendo un programa ambicioso, en el mejor sentido, en torno a la conmemoración del primer centenario de la muerte de Galán. Quienes tuvieron que asumir la responsabilidad de celebrarlo, el Patronato Casa-Museo al frente, dijeron desde el principio que los actos se alejarían de lo folclórico y populachero porque a estas alturas de la historia, cien años después de la desaparición de Galán, lo que se impone es el rigor, el análisis y el estudio. ¿Y quién mejor que la universidad para garantizar esos objetivos? La universidad, sí, y una de las fundaciones culturales más acreditadas del panorama europeo que tiene su sede en un lugar único. Allí, bajo los arcos del porche que se abre al estanque y los jardines y, más allá, al paisaje infinito de La Vera, en medio de un silencio cómplice, nos hemos reunidos una veintena de personas durante tres intensas jornadas, casi de sol a sol, para hablar, escuchar, debatir y, sobre todo, aprender acerca de la vida y la obra de un poeta de vida breve y fama larga que, a tenor de lo que ambos aspectos dan de sí, sigue, a pesar de las apariencias, más vivo que nunca.
Tras la inauguración oficial, abrió fuego Luis Acosta presentando el reportaje que TVE en Extremadura ha realizado sobre el poeta. Está dirigido por Pura Caballero y obtuvo una favorable acogida.
Ya en programa, el nieto del poeta, Jesús Gabriel y Galán Acevedo, su mejor biógrafo y coautor de la edición de las Obras Completas, disertó sobre su poética. Eso sí, como plus, no dejó de ofrecer sagaces puntualizaciones mientras permaneció como asistente al curso.
Del habla dialectal de los escritores extremeños finiseculares se ocupó, con la sabiduría que le caracteriza, Antonio Salvador Plans. César Real Ramos, de la Universidad de Salamanca, hijo de uno de los máximos especialistas en la obra de Galán, César Real de la Riva, se ocupó de su “poesía moral” de un poeta apegado a la realidad de su entorno cuya poesía “eterniza lo fugitivo y universaliza lo local”. Una realidad histórica, la del Norte de Extremadura en torno al Novecientos, centrada en Plasencia, Aldeanueva del Camino y Guijo de Granadilla, que analizó magistralmente Miguel Ángel Melón; la de una zona empeñada en empresas que rompían con los injustos tópicos que pesaban y aún pesan sobre nosotros. Una realidad distinta a la de la apesadumbrada comarca de Las Hurdes. Al compromiso del poeta con el regeneracionismo hurdano (aspírese la hache), y a ese país maldito, dedicó su brillante exposición el periodista Teresiano Rodríguez.
Complementaria de la ponencia del profesor Salvador fue la de un viejo conocido nuestro, profesor de la Universidad de Sevilla, Manuel Ariza, quien reflexionó sobre el habla dialectal de los escritores españoles finiseculares. Le siguió en el uso de la palabra un antiguo alumno suyo, José Luis Bernal que abordó una relectura de Galán que, no lo dudo, marcará un antes y un después en la bibliografía galaniana. Otro alumno de Ariza, Miguel Becerra, adelantó lo que ya es una obra en marcha: el léxico del poeta.
Nuestro ensayista más moderno, Luis Sáez, indagó sobre la genealogía del regionalismo y la invención literaria de la identidad.
Fernando Flores del Manzano pronunció una entretenida conferencia en lo tocante a la vida tradicional de los tiempos de Galán y Carmen Fernández Daza dio otra, muy precisa, sobre el Galán narrador (¿para cuándo una edición completa de sus cuentos?, se preguntaba la presidenta de los bibliófilos).
Además de ponencias, tuvieron lugar dos mesas redondas: una sobre el ayer y el hoy del poeta en la que participamos Antonio Sáez, que puso al poeta en tensa relación con sus contemporáneos, y yo, y otra muy viva sobre Galán en el aula donde intervinieron el profesor Ariza y Manuel Simón Viola.
Las palabras serenas de Antonio Ventura Díaz, alma de la FAEY, cerraron un ciclo cuyas actas serán reunidas en un libro que, como el resto de las publicaciones esenciales del Centenario, quedará como elocuente testigo de su vigencia. Si algo ha facilitado este Centenario es la elaboración de materiales necesarios e interesantes sobre la obra galaniana; germen, además, de nuevos y más sólidos estudios que permitirán conocer mejor y de la mejor manera posible la poesía y la prosa de nuestro poeta más famoso.
(HOY)