Joan Margarit ha tenido a bien, y se lo agradezco, despejar mis dudas respecto a las iniciales J. A. G. H., "Baudelaire / ressec d'Extremadura", a quien dedica un poema en su último libro, Se pierde la señal.
"En cuanto al Baudelaire extremeño, murió hace cuatro años, tendría setenta años entonces. Se trata de mi amigo José Antonio González-Haba Guisado, de Trujillo, hijo de un terrateniente extraordinariamente, hoy diríamos, fundamentalista católico.
Compañero de Colegio Mayor (San Jorge) en Barcelona de 1956 a 1961 y después amigo en Barcelona hasta que él empezó su peregrinaje por Mallorca (contable de constructora), Villanueva de la Serena (donde crió una docena de cerdos negros), Madrid (donde se casó y separó al poco) y, por fin, fue a pasar sus últimos, pongamos treinta años, en Paredes de Melo, en Cuenca, uno de aquellos pueblos que había creado Franco en su “Extensión Agraria”. Le faltaba muy poco para ser alguien con la suficiente normalidad o sentido práctico, u orden mental mínimo para concretar en algo su pensamiento. Era inteligente y bueno. Nos entendimos siempre desde nuestras dispares vidas y su voz en el teléfono resonó hasta poco antes de morir, de repente, en Paredes, donde nunca lo visité".
En otra carta posterior, añade: "Algún día puedes incluso ver algunas cartas que conservo y un par de confusos poemarios, “Puente de Hierro” y “Canción preámbulo al desastre” No están en condiciones ni de escanearse. A lo sumo, de transcribirse. Quizá se podría hacer una publicación en su tierra. Sería un bello desagravio que él nunca imaginó".