13.2.15

"Conciencia de clase", de David Mayor

A una década de la publicación de su primer libro y dos años después de dar a la imprenta el anterior, aparece en Prensas Universitarias de Zaragoza, dentro de la preciosa colección La gruta de las palabras (que dirige con tino el poeta y narrador Fernando Sanmartín), Conciencia de clase del también zaragozano David Mayor (1972). Confieso que no he leído sus libros anteriores, aunque sí poemas sueltos por aquí y por allá. Tal vez por eso me ha sorprendido tan gratamente esta entrega dedicada, en general, a la memoria de su padre. Una de las citas que la abre me ha gustado mucho y da, según creo, una clave precisa de por dónde van estos versos. Es de Pasolini y dice: "Renuncio a ser poeta original, pues su precio es falta de libertad: un sistema estilístico es demasiado exclusivo. Adopto esquemas literarios trillados para ser más libre. Naturalmente, por razones prácticas". "A través de mi padre" es, precisamente, el título del primer poema y no podía haber elegido un comienzo mejor: "Recordar es una de las forma de la mirada", leemos. O: "Recordar es mirar cómo escribimos la vida que nos pasa, pero no vivirla de nuevo con prosa reiterada". No es la única referencia a la escritura. "Escritorio" se titula la primera parte del libro, así como el poema del mismo título, que junto a "Piezas de taller", dan fe de su poética. En "Refugio" (que remite a una visita a la casa de Torga) leemos: "Creo que escribir esto es escribir la serenidad a la que / quiero volver cuando otro día también lo lea".
A la mencionada parte, la más extensa con diferencia, pertenecen algunos de los poemas más logrados del conjunto: "Animal herido", "Conciencia de clase", "Extraterritorial", "Idea de la juventud", "Tarde o temprano" ("cualquier sitio es el centro del mundo, / cualquiera puede ser un lugar extraño") o "Poema", uno de los más conmovedores de un libro donde priman los sentimientos. Otro tanto puede decirse de "Barrio", donde aparece la figura de la madre y una mención expresa a su ciudad Zaragoza, muy presente en la muestra, a la que dedica la parte final: "El país que existe", un puñado de poemas en prosa entre los que cabe destacar "Torre del trovador".
Sin alharacas ni falsos experimentos, con una voz y un tono identificables como propios y, por eso, distintos, con solvencia y equilibrio ("el equilibrio es la mejor virtud"), Conciencia de clase se sostiene como un libro mayor, entre otras razones porque "La cálida vida, decía Umberto Saba, está / en los detalles como Dios y el Demonio / en todas partes".