"Dicen que me llamo Francisco José Najarro Lanchazo, pero en realidad sólo respondo al nombre de Paco. Nací en Zafra (Badajoz) en 1987, aunque lo correcto sería decir que nací en mi madre, único lugar al que siempre quiero regresar. Mi fascinación por las piernas femeninas viene desde entonces, quizás por ser lo primero que vi. (...) Antes también crecí, en Madrid, donde estudié las licenciaturas de derecho y periodismo. Tengo dos libros de poemas publicados, La Vespa amarilla y El extraño que come en tu vajilla, aunque pronto habrá más. Soy editor de Ártese quien pueda Ediciones. Resido y vivo y crezco en Santiago de Chile. Continuará ...", cuenta en su blog el autor de Lo que cuentan mis hermanas (Ediciones Liliputienses), ese "habrá más" a que aludía el churretino (¡lo que da de sí esa ciudad!) que ahora oficia de librero en ultramar.
Unai Velasco escribe en "Lo que cuenta Paco" que la suya es "una poesía fraternal, inmediatamente humana". "Poesía de la proximidad, está dicha con la tranquilidad de lo que es verdadero". Y que "está bien hecha". "Si te apoyas en ella, te sostiene", concluye. Me da que es verdad. Cercana, fresca, sencilla, cotidiana, apela a sentimientos y emociones habituales, nada complejos. Tiene algo de ocurrente y mucho de experiencial, sin que por ello deba ser adscrita a ninguna corriente, viva o muerta. No le falta ni ironía ni sentido del humor. Y mucho desenfado, claro. Me han gustado poemas como "Profecía", "Recreación", "Ombligo", "Insomnio", "Senderismo", "Semana", "Infinito, "Refugio", "El viaje", "Pastilla de jabón" ("La diferencia entre ciudad y casa / eres tú"), "Vacaciones", "Imagen y semejanza"...
Gonzalo Grajera (1991) aterriza, nunca mejor dicho, con La vida y algo más en La Isla de Siltolá, de Sevilla como él. Lo digo, más allá de la simple casualidad, porque la obra tiene un aire de escuela, si se pudiera decir que existe una "sevillana". No pretende uno sentar cátedra, faltaría más, pero determinados autores, ciertas lecturas y lo que esa ciudad de la poesía aporta en sus múltiples, cultas dimensiones, dan, ya digo, a estos poemas (y a otros que uno lee por aquí y por allá) un tono particular, o a mí me lo parece. Que me agrada, añado. No en vano estamos hablando, acaso, de una tradición. O de una luz, por decirlo de otro modo. El libro, pongo por caso, se abre con citas de Luis Cernuda y Javier Salvago. En otros lugares encontramos nombres tan significativo como el de Romero Murube. Y hay dedicatorias a Antonio Burgos y García Barbeito, que tampoco pasan desapercibidas. Por no hablar de las referencias religiosas y las taurinas (hay un soneto titulado "Plaza de toros"). En otra parte, en el poema "Discoteca", se alude a otros maestros: junto a Cernuda (de nuevo), aparecen Juan Ramón, Garcilaso, Salinas y Luis Alberto de Cuenca.
El primer poema de su segundo libro, "La librería" me parece espléndido: "Las librerías: los Estados / más democráticos que existen". Logrados son también "Biografía", "Razón poética", "Resurrección", "Anticuario", "Espejo", "Globalización", "Invierno", "Tarde de verano", "Pautas para triunfar en la vida", etc. Grajera se muestra lúcido y ocurrente en sus "Gragerías" y muy suelto en los poemas finales, muy breves, donde el flamenco prima.
Gonzalo Grajera (1991) aterriza, nunca mejor dicho, con La vida y algo más en La Isla de Siltolá, de Sevilla como él. Lo digo, más allá de la simple casualidad, porque la obra tiene un aire de escuela, si se pudiera decir que existe una "sevillana". No pretende uno sentar cátedra, faltaría más, pero determinados autores, ciertas lecturas y lo que esa ciudad de la poesía aporta en sus múltiples, cultas dimensiones, dan, ya digo, a estos poemas (y a otros que uno lee por aquí y por allá) un tono particular, o a mí me lo parece. Que me agrada, añado. No en vano estamos hablando, acaso, de una tradición. O de una luz, por decirlo de otro modo. El libro, pongo por caso, se abre con citas de Luis Cernuda y Javier Salvago. En otros lugares encontramos nombres tan significativo como el de Romero Murube. Y hay dedicatorias a Antonio Burgos y García Barbeito, que tampoco pasan desapercibidas. Por no hablar de las referencias religiosas y las taurinas (hay un soneto titulado "Plaza de toros"). En otra parte, en el poema "Discoteca", se alude a otros maestros: junto a Cernuda (de nuevo), aparecen Juan Ramón, Garcilaso, Salinas y Luis Alberto de Cuenca.
El primer poema de su segundo libro, "La librería" me parece espléndido: "Las librerías: los Estados / más democráticos que existen". Logrados son también "Biografía", "Razón poética", "Resurrección", "Anticuario", "Espejo", "Globalización", "Invierno", "Tarde de verano", "Pautas para triunfar en la vida", etc. Grajera se muestra lúcido y ocurrente en sus "Gragerías" y muy suelto en los poemas finales, muy breves, donde el flamenco prima.