La vida es caprichosa por
naturaleza. Suele crear encrucijadas donde nos pone a prueba. En una de ellas,
y no sencilla, se encuentra Jordi Doce. El hombre y el poeta, si tal distingo
es posible. Quiero decir que el primero, por una parte, sufre el angustioso
duelo de una pérdida: la de su mujer, la poeta Marta Agudo, muerta en pasado 13
de abril (ah, Eliot), a quien tanto quiso y a la que cuidó durante años con una
dedicación digna de elogio; y que el segundo, por la otra, vive el momento
dulce de ver reconocida su poesía fuera de nuestras limitadas fronteras
patrias. Lo explica muy bien Chus Neira en un reciente artículo de La Nueva España en
el que nos cuenta que, tras la traducción al inglés de su libro No estábamos allí (We Were NotThere, trad. Lawrence Schimel, Shearsman, 2019) y
de la antología Nothing is lost (trad. Lawrence Schimel, New
Publisher, 2021), aparece ahora la de su último libro, Maestro de distancias (Master of Distances) en
el mismo sello de Bristol y traducido por Terence Dooley. Libro, por
cierto, que ha sido reseñado en The Guardian por
Fiona Sampson: "Estos breves poemas en prosa se pueden leer
individualmente, como aforismos; y secuencialmente, como un registro de los
terrores y la desesperación de acompañar a alguien a través de una enfermedad
que amenaza la vida".
Por si eso fuera poco, en Italia ha
visto la luz Noi non c’eravamo, en
la colección de poesía de Passigli, una "editorial florentina que
lleva tres décadas y media publicando la mejor poesía extranjera contemporánea
para el público italiano". El prólogo es de Pietro Taravacci, que describe
el libro como "el análisis de un camino que tiende a subrayar la
imposibilidad de conocer el misterio de la realidad". Por su parte, el
traductor, Stefano Pradel, en su epílogo, alude al yo poético de Doce como
"un viajar en estado de ensoñación, somnolencia a través del mundo y del
lenguaje".
Pero hay más. La editorial Jenior acaba de publicar en Alemania, en edición bilingüe, alemán y español, Wir Waren Nicht da. Su
traductor es André Otto, "vinculado al proyecto de la Red Europea de
Traductores literarios Castrillo de los Polvazares".
A todo esto habremos de añadir otras
traducciones relevantes, recientes también. Al rumano: Nu eram acolo / No estábamos allí (trad.
Melania Stancu, Junimea, Rumanía, 2020), y al árabe: Lam nacún hunaq (trad.
Samir Moudi, Dar Khotot, Jordania, 2021; Maison de la Poésie, Marruecos, 2022).
Uno se alegra, en fin, de que se
reconozca por ahí fuera una de las poéticas más singulares y valientes del
panorama lírico español, aunque, como suele ocurrir, con tanta parquedad se
celebre dentro. Tuvo uno, ingenuo profesional, un pálpito hace poco: que este
año iba a merecer Maestro de distancias (mejor libro del año
según El Cultural) el premio de la Crítica. ¡Qué
inocente!
No puedo terminar esta crónica sin
hacer mención a He extendido mis sueños a tus pies,
la antología de poemas del gran poeta irlandés William Butler Yeats que ha
publicado con primor Nórdica y que ha ilustrado con sumo gusto Sandra Rilova.
Si siempre es un placer regresar a la poesía del genial Yeats, de la mano de
Doce la experiencia torna extraordinaria.
En su faceta de traductor, también
espera uno con afán la llegada de Junto al pozo del vivir y el ver,
de Charles Reznikoff (Kriller71). En la de editor, ya está a la venta No pudimos ser amables,
una extensa antología poética de Bertolt Brecht que publica Galaxia Gutenberg
en edición bilingüe que ha vertido al español José Luis Gómez Toré.
Por cierto, el próximo 12 de mayo, de las 16 a las 18 horas y en la salle G. 366 de la Faculté des Lettres de la Universidad de la Sorbona, el poeta participará en una lectura comentada de Lección de permanencia.
Va a ser verdad que existe la justicia poética.
NOTA: La fotografía es de Luis Burgos.