Desde la primera vez que lo leí, hace doce años, siempre me ha parecido perfecta esta definición de sí mismo que escribe Joseph Brodsky en Marca de agua (ahora traducido de nuevo al español por Menchu Gutiérrez): "No soy un hombre moral (aunque trate de mantener mi conciencia en equilibrio) ni un sabio; no soy un esteta ni un filósofo. Sólo soy un hombre nervioso, por circunstancias propias y ajenas. Como mi querido Akutagawa Ryunosuke dijo una vez, no tengo principios; lo único que tengo son nervios". A debida distancia, uno también se identifica con estas palabras.