el pájaro que canta en la enramada,
el umbral y el zaguán y la sombra,
la reverberación del mar
al mediodía y, por la noche,
el reflejo en sus aguas de la luna,
el patio de la casa de la infancia
y el niño que allí mira con tristeza,
el somnífero son de las cigarras
a la hora cesante de la siesta,
el árido paisaje de las viñas
colgadas de los últimos bancales,
el jardín con palmeras
y el muro calcinado, y en fin,
todo cuanto en mi vida
tuvo un día importancia,
cuanto valió la pena,
la materia de todo cuanto he escrito,
esto es, el alma y la sustancia
Á. V.