Me doy cuenta de que llevo más de treinta años subrayando los libros de la misma manera. Siempre con lápiz. Trazo barras inclinadas para acotar lo que considero de interés, ya sean líneas en prosa o versos. A veces, partes de unas y otros. Si lo considero de especial importancia, en vez de barras pongo signos de admiración. Si un párrafo llama especialmente mi atención, coloco uno en cualquiera de los márgenes, normalmente el exterior. Cuando dudo o no estoy de acuerdo con algo, escribo un signo de interrogación. Subrayo sólo aquello que considero muy interesante. Si escribo comentarios, son muy breves. En ocasiones, corrijo versos o, mejor, los modifico a mi propio gusto. Uso el "sí" para mostrar mi acuerdo con lo escrito. De vez en cuando, entre admiraciones.
Steiner dijo que leer con un lápiz en la mano es propio de judíos. Me temo que todos los que amamos los libros en parte lo somos. Dioses y ortodoxias al margen. Ah, los ancestros.
Steiner dijo que leer con un lápiz en la mano es propio de judíos. Me temo que todos los que amamos los libros en parte lo somos. Dioses y ortodoxias al margen. Ah, los ancestros.