Mis visitas a Cáceres -veloces, fugaces- ya no son lo mismo desde que la librería Vicente cerrara su local de la Plaza Mayor. No había excusa, entre reunión y viaje, para dar una vuelta por los soportales y ojear los estantes con libros que alegraban esa zona y le daban ese aire culto al que la ciudad aspira. Poco impotaba el frío o el calor, cuando no el viento, que allí suele soplar con fuerza. Cuando trabajaba en San Jorge, rara era la mañana que, en vez de café, no me tomaba una de libros. Le decía hace poco a Manuel Borrás que allí solía surtirme de sus pre-textos y él me confesaba que también era asiduo y los dos lamentamos la pérdida.
Sí, en Pintores sigue abierta una librería de la misma familia y del mismo nombre. Pero, ay, no es lo mismo.
Sí, en Pintores sigue abierta una librería de la misma familia y del mismo nombre. Pero, ay, no es lo mismo.