Ayer, mientras pasaba por el Tajo (poesía llama a poesía), aturdido por la reiteración de las noticias radiofónicas sobre el accidente de Barajas, me dio por pensar en lo que escribí aquí sobre la poesía del 27. Tengo mala conciencia por esas rotundas afirmaciones. El caso es que escuchaba el cedé que me pasó Elías Moro donde Amancio Prada canta los Sonetos del amor oscuro, de Lorca, y me dije: cómo no elogiar esos sonetos o su libro Poeta en Nueva York. O Sobre los ángeles, de Alberti. O las deliciosas Fábulas, de Diego. O buena parte del Cántico, de Guillén. O la Primavera en Eaton Hastings, de Garfias, que no todo es canon. Incluso (en rigor, fuera del periodo) Hijos de la ira, de Alonso. Vamos, que el 27 no es sólo Cernuda, aunque la poesía de éste baste y sobre para celebrar la existencia de ese grupo poético. O eso pienso.