2.4.11

Baltanás (y otros)

El poeta Enrique Baltanás publica de golpe dos libros. Uno de poemas, Trece elegías y ninguna muerte, y otro que recoge entradas de su blog, Al margen de los días, bajo el título Las olas muertas. Ambos en la emergente editorial sevillana La Isla de Siltolá que dirige con pulso firme Javier Sánchez Menéndez. El primero en la colección de Poesía y el segundo en Álogos, donde han aparecido recuentos blogueros de Benítez Ariza, Benítez Reyes, García-Maíquez, Rivero Taravillo y Valls (y que a uno le esperan encima de la mesa para ir degustándolos poco a poco). Como uno sigue esas bitácoras, relee más que otra cosa. Me temo que esa va a ser la norma en los libros futuros de quienes antes sólo eran diaristas de tinta y papel. Ya ocurre, además de con algunos de los arriba citados, con José Luis García Martín o Miguel Sánchez-Ostiz, dos referentes del memorialismo patrio.
Volviendo al de Alcalá de Guadaíra, y dejando al margen su reconocida faceta prosística, he leído en Trece elegías y ninguna muerte unos poemas graves, pero sin patetismo ni retórica (aunque la muerte ronde), acordes a las enseñanzas de la edad, serenos y muy lúcidos, dignos de una voz clara, reconocible y propia dentro de nuestra poesía reciente (figure o no en el recuento de Gracia y Ródenas que comentábamos días atrás). "Con lógica implacable, aspiro a lo indeleble", escribe en el poema pórtico. En esa línea, no faltan en sus versos ni la religiosidad ni Dios, una peculiaridad en este mundo descreído en el que hace tiempo vivimos, en la poesía y fuera de ella. No en vano, afirma, "La verdad de la vida es el misterio".