El nombre de Luis Alberto de Cuenca menudea en los periódicos. Porque ha sacado un disco con Loquillo, porque ha publicado una nueva antología en Renacimiento, porque Jesús Marchamalo inspecciona su biblioteca en Donde se guardan los libros... También porque La Isla de Siltolá, en su colección Anejos de Siltolá, ha editado En la cama con la muerte (25 poemas fúnebres), un precioso libro con poemas referidos, claro está, a esa señora, ilustrados con fotografías de Miguel Fernández-Pacheco y Marcela Lieblich realizadas en cementerios de todo el mundo, donde se aprecian detalles escultóricos de tumbas y panteones.
Se abre con "La tristeza", poema que por sí solo, Borges mediante, justificaría cualquier libro y, de paso, la categoría poética de su autor. Le siguen, entre mis preferidos, "Cnoso", "Cuando pienso en los viejos amigos", "Epigrama", "La muerte enamorada", "El regreso", "Isabel"...
El espíritu de la obra (y esto vale para esta antología y para todo lo demás) se encierra, a mi modo de leer, en un verso de "Collige, virgo, rosas": "Y que la negra muerte te quite lo bailado", que para alguien que no sea del Barrio de Salamanca, terminaría con un castizo "bailao".
Se abre con "La tristeza", poema que por sí solo, Borges mediante, justificaría cualquier libro y, de paso, la categoría poética de su autor. Le siguen, entre mis preferidos, "Cnoso", "Cuando pienso en los viejos amigos", "Epigrama", "La muerte enamorada", "El regreso", "Isabel"...
El espíritu de la obra (y esto vale para esta antología y para todo lo demás) se encierra, a mi modo de leer, en un verso de "Collige, virgo, rosas": "Y que la negra muerte te quite lo bailado", que para alguien que no sea del Barrio de Salamanca, terminaría con un castizo "bailao".