15.4.12

La plaza de Garrovillas

 





















PLAZA DE GARROVILLAS
No es preciso volver:
nunca te has ido
de esta plaza alargada
que a la vista
parece inmensurable.
Cualquier embocadura te conduce
al espacio de arcadas que rodea
su centro fugitivo.

Todo es aquí blanco y dorado.
Terroso el suelo y encalado el muro.
Una palmera,
de verde muy vivaz, rompe,
en contraste,
su apagado esplendor.

Es de la soledad este recinto,
quebrada apenas
por el vuelo fugaz de la cigüeña
o el oblicuo cruzar de cualquier sombra.
Del silencio, también; tan sólo roto
por toques de campana, leves pasos...

Abierta al cielo
romano de Alconétar,
esta plaza se piensa condenada
a ser ya para siempre del recuerdo.

(De Desde fuera, 2008)