"... la clase política española ha
desarrollado en las últimas décadas un interés particular, sostenido por
un sistema de captura de rentas, que se sitúa por encima del interés
general de la nación. En este sentido forma una élite extractiva, según
la terminología popularizada por Acemoglu y Robinson. Los políticos
españoles son los principales responsables de la burbuja inmobiliaria,
del colapso de las cajas de ahorro, de la burbuja de las energías
renovables y de la burbuja de las infraestructuras innecesarias. Estos
procesos han llevado a España a los rescates europeos, resistidos de
forma numantina por nuestra clase política porque obligan a hacer
reformas que erosionan su interés particular. Una reforma legal que
implantase un sistema electoral mayoritario provocaría que los cargos
electos fuesen responsables ante sus votantes en vez de serlo ante la
cúpula de su partido, daría un vuelco muy positivo a la democracia
española y facilitaría el proceso de reforma estructural".
"...los partidos políticos españoles comparten un gran desprecio por la educación, una fuerte animadversión por la innovación y el emprendimiento y una hostilidad total hacia la ciencia y la investigación. De la educación sólo parece interesarles el adoctrinamiento: las estridentes peleas sobre la Educación para la Ciudadanía contrastan con el silencio espeso que envuelve las cuestiones verdaderamente relevantes como, por ejemplo, el elevadísimo fracaso escolar o los lamentables resultados en los informes PISA. La innovación y el emprendimiento languidecen en el marco de regulaciones disuasorias y fiscalidades punitivas sin que ningún partido se tome en serio la necesidad de cambiarlas. Y el gasto en investigación científica, concebido como suntuario de manera casi unánime, se ha recortado con especial saña sin que ni un solo político relevante haya protestado por un disparate que compromete más que ningún otro el futuro de los españoles".
César Molinas, "Una teoría de la clase política española", El País.
"...los partidos políticos españoles comparten un gran desprecio por la educación, una fuerte animadversión por la innovación y el emprendimiento y una hostilidad total hacia la ciencia y la investigación. De la educación sólo parece interesarles el adoctrinamiento: las estridentes peleas sobre la Educación para la Ciudadanía contrastan con el silencio espeso que envuelve las cuestiones verdaderamente relevantes como, por ejemplo, el elevadísimo fracaso escolar o los lamentables resultados en los informes PISA. La innovación y el emprendimiento languidecen en el marco de regulaciones disuasorias y fiscalidades punitivas sin que ningún partido se tome en serio la necesidad de cambiarlas. Y el gasto en investigación científica, concebido como suntuario de manera casi unánime, se ha recortado con especial saña sin que ni un solo político relevante haya protestado por un disparate que compromete más que ningún otro el futuro de los españoles".
César Molinas, "Una teoría de la clase política española", El País.