Releo el Juan de Mairena de Machado. Volver sobre ese libro no deja de ser un acto de higiene intelectual, digamos, que a uno le gusta repetir de vez en cuando. Para meditar, por ejemplo, sobre palabras como estas:
«La inseguridad, la incertidumbre, la desconfianza, son acaso nuestras
únicas verdades. (…) La inseguridad es nuestra madre; nuestra musa es la
desconfianza. Si damos en poetas es porque, convencidos de esto,
pensamos que hay algo que va con nosotros digno de cantarse. O si os
place, mejor, porque sabemos qué males queremos espantar con nuestros
cantos.»
«Huid de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis
contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de
vuestra estatura.»
«Huid del preciosismo literario, que es el mayor enemigo de
la originalidad. Pensad que escribís en una lengua madura, repleta de folklore,
de saber popular, y que ése fue el barro santo de donde sacó Cervantes la
creación literaria más original de todos los tiempos. No olvidéis, sin embargo,
que el “preciosismo”, que persigue una originalidad frívola y de pura costra,
pudiera tener razón contra vosotros cuando no cumplís el deber primordial de
poner en la materia que labráis el doble cuño de vuestra inteligencia y de
vuestro corazón. Y tendrá más razón todavía si os zambullís en la barbarie
casticista, que pretende hacer algo por la mera renuncia a la cultura
universal.»
Publicado en 1936, su actualidad es, en casi todo, llamativa.