"Lo mismo sucede con el hipervitaminado torete Wert, al que desde el
primer día se le subió a la testuz el cargo. Que el pobre se haya
desquiciado a nivel personal y se haya “animalizado” no significa que
obre espontáneamente, hasta ahí podíamos llegar. Sus reformas, sus
recortes, sus sumisión a los obispos, su lunático deseo de españolizar a
los españoles (es otro que ha logrado ponerse en contra a la sociedad
en su pleno: rectores, profesores de todas las enseñanzas, alumnos,
padres de alumnos, artistas, empresarios culturales), no son meras
ocurrencias suyas, por mucho entusiasmo que haya decidido aplicarles
como buen siervo que es. Obedecen a un plan, son órdenes de los que
mandan; su reclamadísima dimisión no serviría de nada". Javier Marías, "Los que mandan", El País Semanal, 30 de diciembre de 2012.