En la colección «Pequeños tratados» de Periférica acaba de publicarse Contra (post) modernos, de Fernando R. de la Flor, que lleva el extenso subtítulo Tres lecturas imtempestivas (Disidencia, Provincia, Carencia). Miguel Espinosa, Claudio Rodríguez y Antonio Gamoneda.
Ya sabemos que el salmantino no transita por las rutas habituales, algo que delatan de antemano los rótulos de sus ensayos. Aquí se ocupa, con la originalidad que le caracteriza, de tres autores ("hombres del pasado", por seguir a Paul Morand) que eligieron (en el caso de los dos primeros, ya fallecidos) o eligen (por el leonés Gamoneda) residir en la provincia, siquiera, como en el caso del zamorano Rodríguez, vecino temprano de Madrid, mentalmente.
Confieso que una de mis imperdonables lagunas literarias es la obra del murciano Espinosa, de ahí que la lectura disidente que de ella hace FRF me haya resultado, en lo personal, gravosa. Del mismo modo, declaro que he disfrutado sobremanera con la de la poesía primera de Claudio Rodríguez (la que está de verdad arraigada en su ciudad natal y el campo que la rodea), uno de los grandes, un maestro ineludible para cualquier poeta que se precie o que aspire a serlo. Me ha resultado imposible no volver a evocar el lúcido verso de José Emilio Pacheco: "No leemos a otros: nos leemos en ellos". Salvando, ay, las infinitas distancias, de provinciano a provinciano.
Del todo inquietante me ha parecido, en fin, la que hace de la poesía histórica (incluso a su pesar, por lo que tiene, como en los otros casos, de extemporánea) de Gamoneda, poeta de las pérdidas; una poesía donde el dolor y la pobreza anidan.
Este triple paseo a contratiempo por las periferias (ninguna editorial mejor: por su sede cacereña y por su propio nombre), que FRF denomina "trabajos de melancólica arqueología", vuelve a demostrarle a uno lo difícil que resulta calibrar dónde se ubica eso que seguimos llamando, a pesar de los pesares, Modernidad.