"Quién me mandará a mí salir del sótano de mi casa. Decididamente soy un editor de sótano e internet y no de presentaciones y ferias", escribe José María Cumbreño en su muro de Facebook. Se fue triste de Plasencia el pasado sábado tras la presentación de Ediciones Liliputienes en la Feria del Libro de aquí. Sin despedirse, al menos de mí.
Era pronto, hacía calor, éramos cuatro gatos cuando comenzó su exposición apoyado en unos cuantos vídeos, muy logrados, de otros tantos poemas de algunos de los autores de la casa. Dos mexicanos, un argentino, un chileno, un par de dominicanos... Después tomó la palabra otro cuate, Luis Arturo Guichard, que leyó de viva voz un puñado de poemas donde el ruido y las plazas eran protagonistas. Le gusta, nos contó, estar rodeado de gente que te observa como al raro que eres mientras lees y de sonidos estridentes, tanto humanos como animales o mecánicos. Los propios de las ciudades. En esas estábamos.
Más tarde llegamos nosotros, Víctor Martín Iglesias y yo. Elogié la labor de Cumbreño en defensa del diálogo ultramarino en nuestra misma lengua (aunque él no estaba para flores), reñimos al otro Víctor por no estar, hablé de mi obsesión por la obsesión de poner prólogos a la mayor parte de los libros de poesía actuales y leí, claro, el no-prólogo del suyo, Cómo hemos llegado a esto, editado en las humildes Liliputienses. Él hizo lo propio en estos casos y leyó poemas de ese libro y otros inéditos que, por cierto, me gustaron. Van a más. Me alegro.
Para entonces, no lo he dicho, la carpa estaba llena. De maestros, sobre todo. Cosa, dijo Víctor, de su madre. Y se llenó aún más cuando entró en escena Antonio Luque, Sr. Chinarro, del que tanto había oído hablar (a los Víctor, sí, y a Julián Rodríguez, por ejemplo) y hasta leído, pero al que nunca había escuchado ni en vivo ni en diferido. Salí ganado para su causa. Disfruté no poco con algunas canciones y ninguna me decepcionó. No es que uno sea un ser musical, pero... Me pareció elegante, serio (en el mejor sentido) y con una voz sugerente, capaz de acompañar con la mayor dignidad a unas canciones (textos, digo) muy bien escritas. Una gran tarde-noche, salvo para Cumbreño. Su aventura dará -ya los está dando- frutos. Como dijo Machado, "El arte es largo y, además, no importa". Pues eso, Chema, a la tarea, que también va a más.