Segunda poesía con Norte (Pre-Textos) se titula el libro que reúne las intervenciones del último ciclo Poesía con Norte celebrado en la Fundación Marcelino Botín de Santander, entre abril y junio de 2013, donde tuvieron lugar ocho recitales de poesía organizados por la Fundación Santander Creativa y coordinados por Lorenzo Oliván. Precisamente Oliván es el editor de la obra y el autor de un extenso e informado prólogo en el que analiza a los autores presentes en la muestra: Luis Antonio de Villena, Ada Salas, Ana Rodríguez de la Robla, Carlos Marzal, Josep Maria Rodríguez, Carlos Alcorta, Manuel Vilas, Vicente Valero, Fernando Abascal, Francisco Brines y Marta San Miguel. Como novedad, se estrenó la sección "Maestros y promesas", que ya forma parte del ciclo en sí y que inauguraron los últimos poetas citados.
He leído con interés los textos, es decir, las poéticas. Me ha gustado mucho la entrevista del editor a Francisco Brines (el único que no publica su intervención), un hombre con una insólita capacidad para expresar los oscuros asuntos de la poesía de forma lúcida y transparente.
Por lo demás, destacaría el de Marzal, "La casa de la vida" (como Mario Praz), donde habla de la casona familiar de Serra y, de paso, de su biblioteca y de la literatura y, cómo no, de la vida, que hubiera sido distinta de no haber existido ese "abrigo" en la sierra Calderona.
También "Taller de la mirada: más allá del paisaje", de mi admirado Vicente Valero, donde el poeta ibicenco distingue, entre otras cosas, entre paisaje y naturaleza, algo más que mera visión, a partir de una relectura de "Taller de paisajistas", una sección de Libro de los tratados.
O la reflexión fragmentaria, en forma de diario de viajes, de Josep Maria Rodríguez, que aterriza en lo concreto. Cita al final a Lorca: "Toda la luz del mundo cabe dentro de un ojo. / Canta el gallo y su canto dura más que sus alas", y concluye: "No se me ocurre una poética mejor.
Manuel Vilas no deja indiferente nunca, aquí tampoco. Provocador, divertido, egocéntrico, cínico a ratos, excesivo siempre, tras la aparente frivolidad de sus divagaciones deja caer algunas ideas que conviene tener en cuenta. "Lo peor que podéis decir de Manuel Vilas es que es un «poeta verdadero»." "El principal enemigo de la poesía son los malos poetas". Dice que con la poesía "necesito emocionarme" y que se toma "muy en serio el trabajo" de escribirla. A uno le despista por culpa del tono de sus estentóreas cavilaciones.
Ada Salas, sin embargo, demuestra con un texto muy ajustado y coherente, donde alude a la lengua como suceso, al acontecer del lenguaje en el poema, al lector y al autor como lo mismo, a la desconfianza, al poeta como alguien que escribe "de una manera fatal", extranjero en una ciudad extranjera que se expresa en una lengua también extranjera (de ahí el título de su intervención, a partir de una cita de Proust), alguien que "trabaja en su lengua de prestado", demuestra decía, que hay una relación entre su manera de pensar y su manera de decir, que tiende a lo esencial y a lo breve.
Carlos Alcorta aborda su poética con el rigor que le caracteriza y consigue un texto muy elaborado, denso, cargado de citas, donde, desde la experiencia personal de lector y de poeta, en ese orden, reflexiona sobre la tradición traicionada con los versos de Eliot, de "East Coker", al fondo: "En mi comienzo está mi fin. En mi fin está mi comienzo".
También son dignas de elogio las colaboraciones de Luis Antonio de Villena, Ana Rodríguez de la Robla y Marta San Miguel, la más joven del grupo.
Al poeta moderno, recordemos a Octavio Paz, no le basta con escribir versos. Para él, la reflexión sobre la propia escritura se ha convertido en un ejercicio intelectual necesario. No siempre ocurre, es verdad, pero a veces acierta con sus meditaciones, que iluminan de forma ostensible su sinuoso trazado poético.
He leído con interés los textos, es decir, las poéticas. Me ha gustado mucho la entrevista del editor a Francisco Brines (el único que no publica su intervención), un hombre con una insólita capacidad para expresar los oscuros asuntos de la poesía de forma lúcida y transparente.
Por lo demás, destacaría el de Marzal, "La casa de la vida" (como Mario Praz), donde habla de la casona familiar de Serra y, de paso, de su biblioteca y de la literatura y, cómo no, de la vida, que hubiera sido distinta de no haber existido ese "abrigo" en la sierra Calderona.
También "Taller de la mirada: más allá del paisaje", de mi admirado Vicente Valero, donde el poeta ibicenco distingue, entre otras cosas, entre paisaje y naturaleza, algo más que mera visión, a partir de una relectura de "Taller de paisajistas", una sección de Libro de los tratados.
O la reflexión fragmentaria, en forma de diario de viajes, de Josep Maria Rodríguez, que aterriza en lo concreto. Cita al final a Lorca: "Toda la luz del mundo cabe dentro de un ojo. / Canta el gallo y su canto dura más que sus alas", y concluye: "No se me ocurre una poética mejor.
Manuel Vilas no deja indiferente nunca, aquí tampoco. Provocador, divertido, egocéntrico, cínico a ratos, excesivo siempre, tras la aparente frivolidad de sus divagaciones deja caer algunas ideas que conviene tener en cuenta. "Lo peor que podéis decir de Manuel Vilas es que es un «poeta verdadero»." "El principal enemigo de la poesía son los malos poetas". Dice que con la poesía "necesito emocionarme" y que se toma "muy en serio el trabajo" de escribirla. A uno le despista por culpa del tono de sus estentóreas cavilaciones.
Ada Salas, sin embargo, demuestra con un texto muy ajustado y coherente, donde alude a la lengua como suceso, al acontecer del lenguaje en el poema, al lector y al autor como lo mismo, a la desconfianza, al poeta como alguien que escribe "de una manera fatal", extranjero en una ciudad extranjera que se expresa en una lengua también extranjera (de ahí el título de su intervención, a partir de una cita de Proust), alguien que "trabaja en su lengua de prestado", demuestra decía, que hay una relación entre su manera de pensar y su manera de decir, que tiende a lo esencial y a lo breve.
Carlos Alcorta aborda su poética con el rigor que le caracteriza y consigue un texto muy elaborado, denso, cargado de citas, donde, desde la experiencia personal de lector y de poeta, en ese orden, reflexiona sobre la tradición traicionada con los versos de Eliot, de "East Coker", al fondo: "En mi comienzo está mi fin. En mi fin está mi comienzo".
También son dignas de elogio las colaboraciones de Luis Antonio de Villena, Ana Rodríguez de la Robla y Marta San Miguel, la más joven del grupo.
Al poeta moderno, recordemos a Octavio Paz, no le basta con escribir versos. Para él, la reflexión sobre la propia escritura se ha convertido en un ejercicio intelectual necesario. No siempre ocurre, es verdad, pero a veces acierta con sus meditaciones, que iluminan de forma ostensible su sinuoso trazado poético.