Ayer tarde envié a Fernando Rodríguez Lafuente, director de ABC Cultural, una carta con mi dimisión. Al parecer era crítico de poesía de ese suplemento. La verdad es que, a pesar de las cinco reseñas que he publicado allí, nunca me he sentido parte de ese proyecto, por no llamarlo de otra manera. Desde el 18 de abril no ha aparecido ninguna recensión de las varias enviadas, algunas de primeros de marzo.
Como le decía a Lafuente, he intentado aguantar lo inaguantable y mantener el tipo hasta donde ha sido posible, pero mi paciencia tiene un límite. Y uno, su corazoncito. Y su dignidad y hasta su pequeño orgullo.
Tenía mucha ilusión puesta en ese empeño. La decepción, por eso, es aún mayor. Con todo, por encima de la anécdota, más allá de Whitman y sus discípulos, brilla la desidia. Un libro y medio es toda la poesía que apareció en el número especial que con motivo de la Feria del Libro de Madrid publicó la pasada semana ABC Cultural. Me entristece, pero es lo que para algunos da de sí ese, digamos, género en estos tiempos. En las catacumbas permanece, como dijo el celebrado Octavio Paz, o más abajo.
Vuelvo a mi blog, donde uno mismo es director y, para bien, carezco de redactora-jefe. A partir de mañana iré publicando aquí las reseñas que esperaban el sueño de los justos en el cajón de esa santa casa. Su divulgación no será la misma, es cierto, pero al menos me quedaré a gusto. Conmigo, para empezar, y con esos autores (Oliván, Álvarez, Colinas y Gallego) y editores (Tusquets, Renacimiento, Siruela y Pre-Textos) que merecen que se hable de sus libros. O eso creo.
Me despido del periódico y de los responsables de esa sección sin acritud, por supuesto, y no sin agradecer a Fernando Rodríguez Lafuente que me llamara para colaborar en ese (otrora) prestigioso suplemento. Ese humilde honor permanece y no lo olvidaré nunca.
Otros vendrán y, a buen seguro, con más suerte que yo.
Seguimos.