Manuel González Sosa era, hasta
hace poco, un poeta secreto. Para casi todos. Sólo se salvaba un pequeño
círculo de lectores, familiares y amigos, amén de paisanos.
Había nacido en Guía de Gran
Canaria en 1923 y murió en Las Palmas de Gran Canaria en 2011.
Lo que le rescata para los
lectores españoles es la edición de su poesía completa que bajo el título A
pesar de los vientos publica, de manera impecable, la colección
Primera Edición de la editorial Salto de Página.
El prólogo es del profesor,
estudioso y poeta, canario también, Andrés Sánchez Robayna.
Explica que fue voluntad de MGS publicar
sólo lo justo: dos libros y en ediciones de tirada muy reducida. Entendía la
poesía como Secreto.
Por lo demás, ha de ser
considerado un poeta de postguerra, compañero de promoción de José María
Valverde, Blas de Otero o Luis Felipe Vivanco. La antología de Unamuno que este
último publicó por aquellas fechas debió ser capital, según Miguel Martinón,
para que, a mediados de los cuarenta, MGS comenzara a escribir poesía. Durante
una larga estancia en la isla de Fuerteventura, donde el poeta vasco, qué casualidad,
estuvo desterrado.
El espíritu de este poeta culto
y, me temo que como todos, autodidacta, es elegíaco y, como Ungaretti, nos
recuerda el prologuista, fue consciente de que "todo poeta tiene siempre
un problema de lenguaje que resolver".
Fue empleado de banca toda su
vida y un gran viajero. De esa itinerancia surgieron no pocos de los poemas
de Sonetos andariegos, su primer libro -uno de los dos que dio a la
imprenta, de 1967-, aquí ampliado; Cuaderno americano, escrito
hacia 1975, donde sus versos visitan Perú y Venezuela; Parentesis,
donde, además de algunos de los poemas más logrados del libro (como
"Epiménides de Cnosos" o "El durmiente del bosque"),
encontramos la serie "Entrevisiones", unas prosa poéticas que fecha
entre 1952 y 1954 escritas a partir de un viaje en el que recorre Andalucía
(precioso el poema sobre Cádiz), Castilla (Ávila es una ciudad a la que siempre
vuelve) y el País Vasco; Tránsito a tientas y Contraluz
italiana (que fecha en 2004),
el otro libro que publicó, en 1988, ahora aumentado.
En "Notas del Autor",
MGS explica en tercera persona la génesis y peripecias de cada uno de sus libros
y cuadernos, éditos e inéditos, y al llegar al penúltimo se permite incluso
aludir a su poética para afirmar que "El autor nunca se ha detenido a
plantearse la formulación de una poética propia, si bien sospecha que comulga
con alguna infusa o difusa." Y más adelante: "Armar una poética
personal en cierto modo implica la autolimitación, el condenarse por gusto a un
marco más o menos ceñido o elástico."
Me referí más arriba al problema
de lenguaje. Él lo resuelve, como cualquier poeta que se precie, de forma muy
particular y con un elevado nivel de exigencia (fue un corrector incansable de
sus poemas). Haciendo uso de composiciones como el soneto y la décima (donde da
lo mejor de sí, a mi modo de leer) o utilizando, pongo por caso, una lengua
barroca que no le hace ascos a la palabra exacta, sea o no de uso común.
Tampoco, en el caso de sus poemas americanos, a vocablos locales, como ceiba,
cuyes, kero o huaco, términos que explica en las mencionadas
"Notas".
Aunque prefiere el verso escueto
(con rima o sin ella) y la dicción más sobria, maneja con maestría el poema
extenso y discursivo. No en vano, como resalta Robayna, estamos ante un poeta
que gusta del tono meditativo; aprendido, entre otros, en Unamuno.
Basta con leer el magnífico poema
que cierra el volumen: "A John Keats y Percy B. Shelley en el cementerio
del Testaccio”.
Un par de versos, escogidos de
entre muchos (y no por nada), dan fe, en fin, de su elegancia:
Un círculo murado de
horizontes desiertos.
Arriba, sólo el hueco de un
cielo fugitivo.
No sabemos qué deparará el futuro
a la poesía de MGS. Si entrará o no el dichoso canon. Poco importa. Al menos al
lector de hoy que, por suerte, dispone de este puñado de poemas que son, sin
duda, "fruto de un proceso genuino". No necesitamos más.
Nota. Esta reseña, con el título "A pesar de los vientos", se ha publicado en el número 111 de la revista Clarín.
Nota. Esta reseña, con el título "A pesar de los vientos", se ha publicado en el número 111 de la revista Clarín.