Carlos Alcorta (Torrelavega, 1959) ha escogido para la antología Ejes cardinales poemas de entre 1997 y 2012. La muestra está publicada en la prestigiosa colección rayada de Renacimiento y lleva un prólogo de Leopoldo Sánchez Torre, profesor de Literatura Española de la Universidad de Oviedo y poeta, de la misma promoción que Alcorta.
Allí se hace eco de los dos "ingredientes" necesarios, según Alcorta, para llevar a feliz puerto la composición de un poema: instinto e inteligencia, y da por hecho que no le faltan ni uno ni otra a los que el cántabro ha escrito.
Riguroso coetáneo, he tenido la suerte de seguir al detalle su ya larga carrera literaria. Y de que fuera mi editor. En Scriptvm, colección de plaquettes que dirigía, apareció Aeróvoro en 1989.
No da cuenta aquí de sus primeros libros (explica el porqué en la "Nota del Autor") y reúne poemas de Condiciones de Vida, Cuestiones personales, Compás de espera, Trama, Corriente subterránea, Sutura y Sol de Resurrección, así como del inédito Ahora es la noche.
No da cuenta aquí de sus primeros libros (explica el porqué en la "Nota del Autor") y reúne poemas de Condiciones de Vida, Cuestiones personales, Compás de espera, Trama, Corriente subterránea, Sutura y Sol de Resurrección, así como del inédito Ahora es la noche.
La mirada ("Quien aprende a mirar, aprende a ser") es la gran protagonista de estos versos que se nos presentan de manera discursiva porque pertenecen a una poesía del conocimiento. Una poética fundada en ese "gran caer en la cuenta" al que se refería Valente y que Sánchez Torre trae pertinentemente a colación. El asombro y la perplejidad, sí, del que vive con la atención del observador minucioso dan pie a poemas de sobria y meditada intensidad, de inusitada precisión, donde son frecuentes las acotaciones geográficas y orientativas (de ahí, supongo, el título). Poesía estable al tiempo que viajera; de uno y de todos, porque el poeta, a pesar de sus concretas circunstancias, no deja de ser, a la manera borgeana, cualquier hombre.
Aunque prime acaso lo elegíaco, no falta de un tiempo a esta parte la celebración en los poemas de Alcorta. Un movimiento, por cierto, muy común en su generación.
Confieso que, a pesar de haber venido conociendo sus sucesivas entregas, la lectura de esta antología me ha traído una sensación de novedad; como si degustado a lo largo, por mor de una sabia elección de los textos, su poesía creciera ante mis ojos de admirado lector. Quiero decir que, si ya tenía claro que el de Carlos Alcorta era y es un nombre imprescindible en el panorama literario, ahora lo tengo aún más. Imagino que la llegada de este florilegio descubrirá a otros la presencia de un poeta singular, Su mundo y su voz merecerán, a buen seguro, nuevos lectores.