MEDITACIÓN EN BOHEMIA
En años tan intensos como difíciles
Como el viejo Casanova en Duchcov,
sólo deseo salvar mi claridad,
sonreír a la luz de cada nuevo día,
mostrar mi firme horror a todo lo que muere.
Ningún lugar mejor para alcanzarlo
que los muros de hojas y madera
de cualquier biblioteca; mejor
si es la que uno ha ido construyendo
y que, volumen a volumen, según Manguel,
es ya una suerte de autobiografía.
Algunos libros, lo sabemos,
ayudan a entendernos y entender,
a desbrozar el caos, esa oscura noticia.
Algunos libros nos consuelan,
remedian a su modo los estragos
del tiempo y de la historia.
Desiertos de armonía y mansedumbre.
Sentado ante la mesa, de espaldas a la luz,
solo, sí, y en silencio,
observo los estantes ordenados y pienso
en el dulce cobijo que esas obras aportan.
Son razón suficiente para cierta esperanza:
que no todo perece, que otra vida es posible.
NOTA: Este poema es mi contribución al libro homenaje Bajo las raíces que, coordinado por Ben Clark, publica La Isla de Siltolá con motivo del 40 aniversario de la publicación Sepulcro en Tarquinia, de Antonio Colinas. Han colaborado 54 poetas de todas las edades y de distintas tendencias, unidos por la misma emoción: la lectura de ese libro único, a medias italiano y castellano, que vio la luz por primera vez en la benemérita Colección Provincia de León en 1975 y que uno ya conoció en la edición de Lumen del año siguiente. Una excelente idea. Felicidades, Antonio.