Bartleby & Company |
A falta del tiempo necesario para abordar de manera pormenorizada el comentario de estos libros que uno ha leído con gusto, daré, de momento al menos, cuenta de ellos en unas pocas líneas. Menos es nada. Por ejemplo, Poesía completa (Renacimiento) del malogrado poeta portugués, suicida en el Hotel Nice de París y contemporáneo de Pessoa, Mário de Sá-Carneiro, con introducción y traducción de Manuel V. Rodríguez; En espera del resto (Pre-Textos), del puertorriqueño nacido en Nueva York Ángel Darío Carrero, fraile franciscano muerto también a destiempo y autor de una poesía necesaria que nos presenta con emoción y sabiduría Pablo d'Ors quien, además de declarase "entusiasta" de ella, califica de "claramente místico" al autor de estos "poemas balbuceos"; también en Pre-textos, Corazón de la serpiente, del fuenteherideño Manuel Moya, que reúne un puñado de poemas extraordinarios que, entre lo más cercano y la Norteamérica profunda, lo mismo varían sobre un tema de Luzi o de Justice que homenajean a Thomas, Hopper o Yeats; Lar, de Ramiro Gairín, y 7:35, de Nacho Escuín, dos libros frescos, en el mejor sentido, donde prima el amor, de dos poetas aragoneses a los que edita Fernando Sanmartín en la colección La Gruta de las Palabras de Prensas de la Universidad de Zaragoza; Zapatos para pisar la lluvia (La Isla de Siltolá), de la dombenitense Teresa Guzmán (que esta noche se presenta en La Puerta placentina de Tannhäuser), un libro lleno de sensibilidad, bien trabado y melancólico; Rebato del tiempo (Samarcanda), del sevillano Carlos Vaquerizo, con prólogo de Antonio Lucas, quien menciona "el paisaje, el campo, el amor y las evocaciones de muy distinta biografía como territorios de pensamiento y de emoción" en un poeta tradicional de ascendencia popular y clásica; Un fragmento de eternidad (Germanía), del saguntino Gregorio Muelas Bermúdez; No eres nadie hasta que te disparan (Vitrubio), una obra potente del madrileño de Valencia Rafael Soler; Ajuste de cuentas (UP José Hierro), del granadino de Caniles Francisco Domene, ganador del premio que lleva el nombre del poeta santanderino; Los refugios que olvidamos (Anantes), del alcalareño Jesús Cárdenas; La fábrica de anticuerpos si no amanece (Carena), del malagueño David Delfín, con un extenso prólogo de Francisco Ruiz Noguera; Cementerio de barcos (La Calle), de Antonio Maldonado, natural de Valdepeñas; y El club del crimen (Vaso Roto), del estadounidense Weldon Kees (1914-1955) en traducción de Ezequiel Zaidenwerg y amplio ensayo introductorio de Dana Gioia.