El fuego en mi poder
Antonio
Carvajal
Hiperión,
Madrid, 2015. 92 páginas.
Antonio Carvajal (Albolote,
Granada, 1943) reunió sus primeros libros en Extravagante jerarquía. Luego fueron llegando, entre otros, Del viento en los jazmines, De un capricho celeste, Testimonio
de invierno (Premio de la Crítica, 1991), Miradas sobre el agua, Alma región luciente, Los pasos evocados y Un girasol
flotante (Premio Nacional de Poesía, 2012).
Casi desde el principio, este novísimo (que, como otros importantes, se quedó fuera de la antología de Castellet) tuvo que asumir el
“honroso pero ambiguo título” de il miglior fabbro de la poesía española
contemporánea (tras reconocer que “hay poetas de reconocido talento que
son vagos y carecen de técnica”, dijo a ese propósito: “he
sido y soy muy humilde con mis maestros”). No faltan
motivos para resaltar esa condición tras leer este libro que nos ofrece “ocios
de senectud y adecuaciones de la memoria” y donde no faltan esos “alardes técnicos”
que le han hecho justamente famoso. Pero que nadie se equivoque. Detrás está el
poeta concienzudo, perfeccionista y riguroso de técnica esmerada que conoce su
oficio, porque lo ha estudiado con disciplina, y cree en la bondad de la
belleza y en que lo “bien dicho” tiene su fundamento en el número. Por eso, personal
como pocas, a contracorriente siempre, la voz barroca de Carvajal, que fuera profesor
universitario de Métrica, brilla aquí con luz propia, tan atenta a la tradición
–en constante diálogo con los clásicos, antiguos y modernos– como a la vida,
pues que, como dijo en la Fundación March: “ésa es mi gran tarea: dar a
los demás lo mejor de mí mismo de la mejor manera que sé hacerlo”.
No es baladí la elección de un
verso de Lope para el epígrafe inicial. Madrigales y baladas inician el desfile
y ello para que quede claro que la música va por delante (“De la musique avant toute chose”),
y, junto al inevitable ritmo, ambas son marcas de la casa. Y silvas y sonetos,
una composición que domina: “Tiene el soneto anhelos de divina / proporción”. Y
casi todo en función de la amistad y sus circunstancias, que no deja de ser
aquí el motivo, digamos, de fondo. Amigos como Emilio Lledó, Rafael Inglada
(“Sé tú feliz. / Y me tendrás contento”), Antonio Gallego (“Si escribo es
porque leo y porque amo”), Jenaro Talens… Poemas para amigos artistas que
pintan o dibujan. Celebración de la cultura y el paisaje (“Sólo ama el paisaje
quien lo vive”), del jardín con el agua (al que vuelve a dedicar versos memorables)
y las flores (clara remembranza granadina de Soto de Rojas, el del paraíso
cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos) donde puede aparecer de pronto una meditación sobre la corbata o un interludio
para Mariana Pineda.
Himnos, sí, pero
también soledades y elegías: “Los que llamaba mío ya es memoria”. Dolor propio
y ajeno que se resuelve gracias a la piedad: “Si vale poco, si mi poesía
no logra la rara virtud de fundar una esperanza, una alegría, un consuelo, una
certeza vital en algún corazón fraterno, sepan que se deberá a mi falta de
talento, no a miseria moral o a noluntad en mi entrega”, dijo en la citada
conferencia del ciclo Poética y poesía.
Sin miedo a
las palabras, al decir exuberante y gongorino, este libro, armado por su tono, donde
encontramos poemas tan logrados como “Desde el faro” (“Severa- / mente nos dice
inerte la memoria / que somos un fulgor que apenas dura”) o “Canción del sol en
primavera”, tiene como colofón barroco otro poema concluyente: “Concerto
grosso”.
PEQUEÑO
TEATRO EN EL MUNDO
A Francisco
Ruiz Noguera
Esta
luz cenital me ciñe solo
ante
vuestra tiniebla sin sonido.
Fluye
mi voz pero no sé si os digo
mi alma, mía y sin mí, que es alma de otro.
No os puedo ver ni os puedo oír. Respondo
a tal presencia ausente con el ímpetu
de mi verdad, mi sangre, mi latido;
fluyo en vuestro silencio con remoto
sentir, posible autor de vuestro sueño
y de pronto me siento abandonado,
náufrago en la platea y en los palcos,
delfín varado en sirtes del proscenio.
Callo, me apago, espero vuestro aplauso
y vuelvo en mí por el silencio envuelto.
NOTA: Sin porqué, esta reseña se quedó atrás. Su destino era de papel, pero... La poesía de Carvajal no pasa. Además, el libro llegó a las librerías a principios del pasado año. Sigue al alcance de cualquiera.