1.3.18

De Cataluña

El Roto/El País
Sí, con perdón, ya sé que estamos hartos. Afirmaba el periodista Iñaki Gabilondo, sobre los años más duros de la presidencia de Aznar, que ese hombre, su manera de ser y de gobernar (que "se manejaba con una suficiencia insufrible"), "sacó lo peor de mí". De algunos de nosotros, cabría añadir, también. No dejo de recordar esas palabras cuando un día tras otros leo, escucho y veo noticias sobre Cataluña. Ese asunto, lo diré pronto, le envenena a uno. A muchos, generalizo. Nos ha envenenado, nos está envenenando y va a seguir haciéndolo, a los últimos acontecimientos me remito. Saca, sin duda, lo peor de muchos ciudadanos de este país llamado España entre los que me incluyo. Esa es una victoria constatable de ese anacrónico y perverso nacionalismo provinciano dispuesto a complicarnos, para nada, la existencia. Puede que de entre tanta desazón, tanta rabia y tanta impotencia acabe surgiendo algo positivo, pero no alcanzo a comprender ni el qué ni cuándo. Sólo sé que hay que resistir. Con la mayor entereza moral y desde el democrático convencimiento de que la razón está de nuestra parte. Sí, porque aquí hay partes. La mía es la de quienes defienden la Constitución. No quisiera ponerme estupendo ni descubrir ningún Mediterráneo, pero nos va la vida civil en ello. Como poco.